Los psicópatas ya no son lo que eran
El film más reciente del director español –cocreador y codirector de la exitosa serie [REC]– tiene pretensiones de thriller, pero sus herramientas no son suficientes. Fundamentalmente porque el protagonista no logra ser un psycho, sino apenas un tipo jodido.
“Los psicópatas del cine no vienen bien este año”, se quejaba el maestro Rodrigo Tarruella, en una nota publicada hace justo treinta años. En esa crítica de jueves publicada en el diario Convicción (recopilada en el libro que el Bafici le dedicó al inolvidable Tarruella hace unos años), el amigo y mentor lamentaba la falta de humor de cierta olvidable psychomovie francesa. Parece que este año tampoco vienen bien, Rodrigo. Al menos si uno se guía por el que el lucense Luis Tosar compone en Mientras duermes. Actor de indudable presencia –tal como pudo verificarse en Los lunes al sol, Te doy mis ojos o el muy buen drama carcelario Celda 211 (inédito por aquí)–, sentido del humor o liviandad nunca le sobraron a Tosar. Pero el principal problema del film más reciente del catalán Jaume Balagueró (cocreador y codirector de la exitosísima serie [REC]) es que el psycho de Tosar no es un psycho, sino apenas un tipo jodido. Como cualquiera de esos con los que uno se cruza todos los días. Y con eso solo es difícil hacer un thriller, que es lo que Mientras duermes aspira a ser.
César (Tosar) es portero de un edificio céntrico. Motivo por el cual se filtra, en la película, un costumbrismo que recuerda al de la serie Aquí no hay quien viva, donde Daniel Hendler cumplía el mismo rol (el de portero, no el de psicópata). Hay una vecina solterona que llama “chicos” a sus perros, está la señora de la limpieza y su hijo, aparece también, como vecino turro, Carlos Lasarte, trabadísimo actor argentino al que Balagueró usa en todas sus películas. Y está la vecinita linda, Clara (Marta Etura, que también aparecía en Celda 211), que vuelve loco al solitario César. Será necesario aceptar que el reprimido encargado espere todas las noches, debajo de su cama, que Clara (pura musculosa y bombachita) vaya a acostarse, la duerma con formol sin que ella se dé cuenta (¡!) y pase la noche a su lado. Noche blanca o no tanto, eso más tarde se verá. Lo que no puede dejar de mencionarse es el record de César, consistente en dormir una noche no sólo a Clara, sino además a su novio (Alberto San Juan), sin que ninguno de ambos se entere de nada.
Pero no hay mayor placer en este hombre de apariencia común (el lugar común del psycho de aspecto común) que joder al prójimo, para que el prójimo se sienta tan desdichado como él. Por lo cual César tiene preparada un arma secreta, para convertir a la hormonal muchachita en una amargada de por vida. Neutra, carente de intención, agotada en detalles domésticos (lo más picante es una jodidísima vecinita teenager, que se pasa la película amenazando a César con denunciarlo), Mientras duermes tiende al sopor narrativo, convirtiendo a su título en incompleta apelación al espectador.