NACE UNA ESTRELLA… DEL SEÑOR
Jeremy sube al escenario a cambiarle la guitarra al guitarrista de una banda y la ve a ella entre la concurrencia, Melissa, cantando ensoñada, con una mano en el pecho y la otra elevada al cielo. Ella abre los ojos y lo ve, el flechazo es inmediato y Mientras estés conmigo se tira de cabeza al romance juvenil bordeando el melodrama. En esos pasajes las comparaciones con la reciente versión de Nace una estrella no son antojadizas. Y no habría nada de malo en eso si estuviera bien narrado, pero hay una trampa: Mientras estés conmigo se llama originalmente I still believe…, es decir Todavía creo… Y esa es la clave de esta película, una historia de amor torturada, más grande que la vida, pero con un norte bien claro: un discurso creyente y evangelizador acerca del dolor como un necesario aprendizaje espiritual. Porque escondida entre los pliegues del romance juvenil, la película de artista en ascenso y el dramón sobre enfermedades terminales, el film de Andrew y Jon Erwin no es otra cosa que una nueva muestra del cine cristiano de amplia producción en la industria norteamericana, pero aquí con nombres competentes como los de Britt Robertson y Gary Sinise, e incluso con el ascendente K.J. Apa, como para distraer.
Mientras estés conmigo es en verdad una biografía, la del cantante cristiano Jeremy Camp, bastante popular en Estados Unidos. El muchacho se enamoró en la universidad de una chica que terminó enfermando de cáncer, en una relación que inspiró fuertemente su arte. Sus canciones, baladas ambiguas que pueden estar hablando tanto de la mujer amada como de Dios (parecen las letras de Los Rodríguez con la cocaína), puntúan los momentos románticos y dramáticos de la película. El recurso del montaje entre tomografías, internaciones, cirugías y las canciones sonando de fondo, es repetido pero es también una forma de escape que los hermanos Erwin encuentran para evadir un poco el morbo de la historia. Se podría decir que entre todos los errores que tiene la película, entre sus discursos subrayados y sus inconsistencias, esa ligereza para atravesar un proceso realmente tortuoso es un pequeño acierto.
Como decíamos anteriormente, Mientras estés conmigo se inscribe en esta moda de romances juveniles con enfermedades terminales, un subgénero que busca negar de algún modo la muerte, potenciar la antigua idea de amores eternos y que vuelven icónica a la vieja Love story. Y si bien se trata mayormente de un cuerpo de películas entre irrelevantes e irritantes, la presencia aquí del discurso evangelizador vuelve las cosas un poco más intragables. Si bien está claro que la historia de base, y los personajes que protagonizan, hacen imposible separar fondo de forma, lo cierto es que la película se podría haber permitido una mirada distanciada y más compleja, como hacía Marielle Heller en la incómoda Un buen día en el vecindario. Pero la distancia que hay entre ambas película es la misma que existe entre un artista y un predicador.