La película del rosarino Néstor Zapata (basada en su propia novela) establece su tono desde la primera escena: bar de mala muerte, ambiente tanguero, una partida de truco, una camarera embarazada que es maltratada por su jefe, quien luego la dejará en la calle con su hijo recién nacido. Ese niño, llamado Faxman por un viejo ilusionista, crece y se convierte en eso mismo, y recorre diferentes ciudades de la Argentina con su espectáculo. Durante una función, Faxman conoce a Candelaria, quien se convierte en su ayudante y, también, en el amor de su vida. Milagro de otoño es una película que abraza un cine de otra época, un melodrama de corte fantástico llevado adelante por un sólido Luis Machín, cuyo personaje debe sobrellevar todo tipo de penurias que sortea con oficio, al ritmo de varios tangos y baladas.