Hay un género televisivo que supo aprovechar el tiempo como impulsor narrativo a partir de “24”, en donde la conspiración y el engaño, además, servían para construir un relato apasionante y tenso.
El ascetismo del guion, en donde priman la acción y las situaciones en las que la confusión predomina, construye una película aburrida y predecible a pesar de los denodados esfuerzos por parecer inteligente y contar con grandes actores en el elenco.