Los “Mini espías” todavía entretienen
Después de tres películas, la saga infantl por excelencia de Robert Rodriguez casi necesariamente tiene que lucir un poco vacilante. Igual, el director de «Machete» se las arregla para que el asunto funcione a partir de una trama que comienza con las aventuras de Jessica Alba, una espía embarazada de nueve meses que lucha contra una horda de villanos mientras se le rompe la fuente de la que será la primera bebé espía, y así hasta que haya una nueva generación de mini espías.
Como ya ha demostrado en sus films anteriores, el 3D es algo que Rodriguez sabe utilizar muy bien, especialmente dado que casi toda la acción utiliza decorados digitales que se aplican muy bien a esta tecnología (de hecho, el film está rodado en el sistema 4D, que incluye olores, lo que en realidad implica toda una serie de aromas escatológicos que por suerte no están incluidos en los cines argentinos).
El argumento sobre un ladrón del tiempo que provoca la pérdida de horas da lugar a gags eficaces y situaciones surrealistas disfrutables también por el público adulto, especialmente hacia el final donde a los chistes se suman decorados alucinantes influidos por la estética de los dibujos de Escher.
También hay todo tipo de gadgets hipertecnológicos para los espías grandes y chicos, y un perro parlante que se roba algunos de los mejores gags. Si bien en un principio llama la atención el nivel de violencia de las escenas de peleas, pronto queda claro que todo es parte de un gran chiste tonto donde ni siquiera hay verdaderos villanos, por lo que, como entretenimiento familiar, esta cuarta parte de la saga es un pasatiempo ideal.