Las bondades del Tercer Mundo
La saga de Mini espías se había agotado con la trilogía rodada entre los años 2001 y 2003 pero al infatigable Robert Rodriguez parece que todavía le quedaba algo por decir al respecto. Tras seleccionar una parejita de nenes que pudiera reemplazar a la original se despachó con esta innecesaria Spy Kids: All the Time in the World in 4D que por pertenecer al Tercer Mundo nos llega con una D menos: el sistema Aromascope se extravió en la Aduana. Por una vez hemos salido beneficiados: si la tan mentada tarjeta de olores incluía las caconas de la beba del personaje de Jessica Alba, las “explosiones” de las bombas de pañales sucios y demás lindezas derivadas sólo puedo agradecer al cielo por la cortesía…
A Robert Rodriguez uno no sabe si admirarlo o simplemente detestarlo por su intrepidez al encarar un proyecto: el tipo no duda en meter mano en cualquiera de las muchas actividades relacionadas con la filmación de una película. Fotografía, efectos especiales, música, producción, escenografía, edición, sonido, a nada le hace asco el muchacho en su ambición por dominar un arte que por sobre todas las cosas es esencialmente colectivo. Tal vez por una megalomanía que le impide confiar en los demás o quizás por el más sencillo motivo de abaratar costos de presupuestos nunca demasiado generosos, lo cierto es que Rodriguez abarca más de lo que el sentido común indica. Y esto siempre se nota en el resultado final.
Al director de Sin City se le observa un estilo propio instaurando en sus obras un universo desquiciado basado en sus variadas influencias (hay mucho de animación en las Mini espías) donde nunca falta la libertad creativa ni el sentido del humor. Ideas se le ocurren, prestadas o no, y por algún motivo inexplicable su trabajo engancha a los chicos que disfrutan abominaciones como La aventuras del niño tiburón y la niña de fuego. Como su amigote del alma Quentin Tarantino, el texano saca la multiprocesadora y de ese mix surgen las historias más disparatadas en la que no es raro encontrar esos “mensajes” profamilia que en un filme como Mini espías 4: Los Ladrones del Tiempo se hacen evidentes desde el vamos. ¿Es competente en lo que hace?, ¿cumple medianamente esta nueva entrega su propósito de entretener? Desde un punto de vista adulto posiblemente no. De todos modos como el público al que apunta Rodriguez tiene 10 años o menos es difícil ser tan concluyente.
Jessica Alba interpreta a Marissa, una espía que se retiró del oficio para criar a su beba, consentir a sus hijastros Rebecca (Rowan Blanchard) y Cecil (Mason Cook) y hacer una vida hogareña junto a su despistado marido periodista Wilbur (Joel McHale). La aparición de un terrorista llamado Time Keeper (Jeremy Piven) que está dispuesto a robarle el tiempo al mundo provoca que Marissa regrese a la acción ahora con su bebita como “sidekick”; mientras tanto Rebecca y Cecil acceden al área de Spy Kids en la OSS que estuviera cancelada desde la partida de Juni Cortez (Darryl Sabara) siete años antes. Juni y su hermana Carmen (Alex Vega) se suman también al grupo junto con Argonaut (en la voz del inglés Ricky Gervais), el perro robot protector de los chicos. Rodriguez instala en la platea a puro machaque la moraleja de que los papis deben dedicarle todos los minutos que puedan a sus hijos para no tener nada de lo cual arrepentirse el día de mañana. No hay nada como el HOY, podría ser el slogan tranquilamente…
Ocasionalmente a Rodriguez se le prende la lamparita y brinda una idea tan brillante como la de los audífonos de Cecil (el chico padece de una sordera parcial), que debidamente convertidos en casi un gadget a lo James Bond le permite al público infantil identificarse con un pequeño que de otro modo podría ser visto como a sapo de otro pozo. Y este es el karma de Roberto: ésta y otras ideas potencialmente buenas se pierden en su caos creativo, tanto argumental como narrativamente, en el cual para colmo se ha asentado con placentera comodidad esa escatología tan cara al sentimiento de la Nueva Comedia Americana. El fin por sobre los medios: si los chicos se ríen todo vale. Ah, Jessica Alba y Joel McHale demuestran entre ellos tanta química como Daniel Aráoz e Ingrid Grudke en Mi papá se volvió loco!!! Más que esposos parecen vecinos, che…