La familia unida… una vez más
En un verano de cine débil en cuanto a calidad, con las consabidas películas Oscar y la adrenalina como objetivo imperioso, no podía faltar Robert Rodríguez y su versión “hago esta clase de films para que vean mis hijos”.
Claro, el otro director, el de la violencia berreta que rinde culto al cine de bajo presupuesto (El Mariachi, El planeta del terror, Machete) y a la historieta (Sin City, La balada del pistolero), solo o con su amigo Tarantino, de vez en cuando se toma un descanso para hacer películas destinadas a la familia, en especial, la saga Mini espías, ahora en su cuarta parte luego de diez años sin niños inteligentes (¿o insoportables?) y perros que hablan.
Pues bien, los púberes protagonistas de la primera ya crecieron y por ese motivo aparecerán ya grandecitos en la segunda mitad. Por eso, ahora el hogar de la espía que encarna Jessica Alba, madrastra y reciente madre que no soportan los dos chicos de su esposo periodista, se verá alterado por una nueva (otra) misión de salvar el planeta según los deseos de un personaje que parece sacado de una película con James Bond… en versión infantil. Algunos secretos se revelarán: la doble vida de mamá, la torpeza del papá, la sabiduría del can de la casa, la necesidad estilo lección de vida de que la familia venza todos los obstáculos. También, la reconciliación y comprensión de los chicos frente a su madrastra, que al fin y al cabo anda de acá para allá con su doble trabajo, además de soportar las flatulencias de la recién nacida.
En realidad, una cinta como Mini espías 4 podrá entretener, en especial a los fans de la saga, pero la sensación que transmite es de agotamiento y fórmula extinguida que trata de disimularse bajo la catarata de efectos especiales, anteojitos 3D y puro asombro visual. Y nada más. Sobre Robert Rodríguez, un cineasta sobrevalorado de manera excesiva, se espera que dentro de unos años no siga con la saga pensando en sus futuros nietos. Mientras tanto, se sugiere escuchar la excelente versión en Kill Bill 2 de “Malagüeña salerosa” junto a su grupo Chingon, mucho más interesante que buena parte de su obra cinematográfica.