Una cuestión de tiempo
La fantasía infantil de un día unirse a una liga justiciera para salvar al mundo de algún desquiciado que amenaza destruirlo sigue siendo el gancho de “Mini-espías”. Nada nuevo bajo el sol, excepto por la aparición de flamantes personajes apoyados por otros antiguos. Dos mellizos tienen una madrastra que, descubren luego, es una súper-espía retirada ahora obligada a volver a la acción para detener al Ladrón del Tiempo. Cuando las papas queman un perro-robot y Carmen y Juni Cortez, los mini-espías originales (más creciditos) ayudan a componer una historia llana con buenos y malos, acción y humor, efectos especiales y sentimentales, diversión y no tanto, y un Robert Rodríguez alimentado a violencia. La tres fue precursora en la tecnología 3D y la cuatro en 4D, pero en Rosario no hay salas con sillas que se mueven. Lástima.