En Estados Unidos suelen usar un concepto claro y contundente al que, por algún motivo, no le encuentro una traducción adecuada. El concepto es del one-note joke, que podríamos traducir literalmente como “broma de una sola nota” pero no alcanzaría a cubrir todas las posibles dimensiones de ese significado. Una one-note joke es, un punto, un concepto que se sostiene en un solo eje, que no se puede expandir o “tridimensionalizar”, sino que se reitera repetitiva y obsesivamente sobre una misma, sola, idea. Es un concepto que viene de la música y que se puede ejemplificar con la imagen de un pianista tocando una sola y misma nota durante mucho tiempo.
La “broma de una sola nota” puede ser simpática, elegante, hasta brillante, pero tiene una sola nota y en un momento no va para ningún otro lado. Tomando en cuenta que estamos hablando de MINIONS, una película de animación para toda la familia que espera ser vista por millones de espectadores y no de una obra conceptual de John Cage, el problema es cómo hacer para encontrarle variaciones a esa nota en los noventa minutos que dura la película.
Hasta hoy, los “minions” en cuestión (estas simpáticas y torpes criaturitas amarillas con un idioma inventado que toma de lenguas diversas y les suma otras “palabras” propias, y que se dedican a seguir a villanos y a comer cualquier cosa que encuentran por el camino) estuvieron siempre resguardados como “actores de reparto” en las dos películas de MI VILLANO FAVORITO y en varios cortos que hicieron sensación (se viralizaron) vía YouTube. Pueden adaptar una canción a su “idioma” (una de sus gracias más festejadas) o simplemente divertir con su combinación de inocencia y torpeza durante cinco, diez, quince minutos. Pero para hacerles una película hay que construir una historia alrededor, y allí es donde MINIONS le queda demasiado grande a los “minions”.
minions1Tras una simpática y prometedora introducción que muestra su evolución a través de siglos y siglos, la película lleva a tres de ellos a Nueva York en 1968 para tratar de encontrar allí a un villano a quien servir. Si uno imagina que el choque entre la época y los bichitos dará para un encuentro psicodélico más propio de Bob Esponja está equivocado. La época solo sirve para dar un marco mínimo a una trama que luego los llevará a Orlando –a una convención de villanos– y de allí a Londres, donde serán los “minions” (los esbirros, digamos) de una supervillana que quiere quedarse con el trono de Inglaterra.
El problema es que los nuevos personajes son muy poco interesantes (las voces, en castellano, son de Thalia y Ricky Martin, entre otros) y a los minions en cuestión se les acaba “la gasolina” muy tempranamente, tornando a una buena porción de la película (toda la segunda mitad, digamos) en un asunto casi interminable, con cada vez menos motivos para encontrar risas. Es probable, claro, que el público más pequeño al que apuntan los minions disfruten de todos modos de la película, pero se trata de uno de esos filmes que dificilmente superen el filtro de algún niño que ya superó cierta edad o que se acerca a la adolescencia. En cierto modo, puede funcionar como complemento a INTENSA-MENTE, una película que apunta más a los padres, a esos adolescentes y a los chicos más grandes.
minions3Seguramente, MINIONS será uno de los grandes éxitos de las vacaciones de invierno (tal vez, el gran éxito de las vacaciones), pero lo cierto es que los realizadores Pierre Coffin y Kyle Balda no han logrado un filme que esté a la altura de MI VILLANO FAVORITO, especialmente de su muy lograda primera parte. Como suele pasar con muchos spin-offs, y terceras y cuartas partes de éxitos animados (salvo contadísimas excepciones, como TOY STORY 3), las películas aquí parecen diseñadas más por los equipos de marketing que por los artísticos. Y no hay dudas que venderán millones de los muñequitos en sus más variadas versiones en todo el mundo. Y ése será el principio y el final del asunto. La película es una anécdota.
Un pequeño punto a favor del filme es su banda sonora de clásicos de los ’60. Si bien los temas elegidos no serán nada nuevo para los más grandes (Beatles, Hendrix, The Doors, The Kinks y The Who, entre otros), si esos temas logran generar interés en los chicos más chicos que van a ver la película –si la suerte y Spotify nos acompaña–, podrían convertirse en pequeños melómanos de jardín de infantes. Tomando en cuenta que todas las copias se ven aquí dobladas, al menos hay que agradecer que mantuvieron las canciones originales y no las cambiaron por unas de Thalía y Ricky Martin. Pero estoy seguro –apostaría dinero de hecho– que en algún momento, en alguna reunión de marketing y de producción de la película, alguien tiró la idea de hacerlo. Por suerte, prevalecio la cordura y el buen gusto musical…