Quienes hayan visto Mi villano favorito o su continuación sabrán que uno de los mayores atractivos de esas pelìculas son esos seres rarìsimos, amarillos, que hablan una lengua internacional incomprensible pero a los que se les entiende todo, los Minions, que son puro humor fìsico y absurdo en la mejor tradición del cartoon clásico. En este film que protagonizan (especialmente tres de ellos), se cuenta la historia, pero ese cuento es mucho menos importante que la enormísima cantidad de gags que se despeña en la pantalla desde la aparición del logo de la productora. Es cierto que no todos nos reímos de lo mismo, pero hay tanto humor para todo gusto que difícilmente el espectador se aburra o carezca de motivos de alegría. Hay ternura, pero nunca tanta como para que el conjunto resulte edulcorado. Y además hay un juego constante con las posibilidades de la animación (la secuencia inicial en dibujo animado 2D clásico, otra hacia la mitad del film con muñecos) que muestran la voluntad de los realizadores de jugar con todo y para todos. Como se dijo, el cuento es lo menos importante pero está bien contado: todo va directo al punto a una velocidad poco frecuente incluso en el cine de gran presupuesto contemporáneo. Vaya y ría. (Nota Bene: el film solo se estrena en castellano; podrá escuchar a Thalía y Ricky Martin pero no a Sandra Bullock o Michael Keaton. Así es el mercado).