Amarillos y divertidos
Los compinches de Gru en “Mi villano favorito” llegan con película propia. Y tiene un arranque para llorar de risa.
La apertura es, de lejos, lo mejor de Minions. Es una obertura histórica en la cual se repasa cómo estos personajes amarillentos, pequeños y simpáticos, de uno o dos ojos, corren detrás de quién creen es el mejor villano. Pueden pasar de un tiranosaurio a un hombre de Neanderthal, de un faraón a Drácula y hasta Napoleón Bonaparte.
Es que Minions es divertidísima hasta que se le empiezan a terminar las ideas.
Y cuando se le empiezan a terminar las ideas, se termina la película.
Para aquéllos que están familiarizados con el malvado Gru, y con sus ingenuos compañeros Kevin, Stuart y Bob, aquí se los presenta en una misión importantísima. Recluidos en una cueva, deben salir a buscar un villano. Es 1968, terminan en Nueva York -con referencias a Nixon, a Hair, para los adultos- y de ahí a Orlando, en una convención de maléficos, donde conocen a Scarlett Overkill (voz de Sandra Bullock en el original en inglés, Thalía en la versión doblada) y a su marido (Ricky Martin). A partir de allí, serán sus secuaces, cuando la delgada quiera apoderarse de la corona británica.
A veces crueles, como sus hermanos mayores, por una cuestión de color, Los Simpsons, el humor de los Minions es básicamente visual, y gutural. Apenas hablan y cuando lo hacen, lo hacen en su idioma con alguna que otra palabra suelta en castellano. Mantienen, entonces, la base de muchos cartoons, muchos dibujitos de otra buena época, como El Coyote.
De los dos directores de Mi villano favorito, la original y la secuela, aquí sólo está Pierre Coffin, a quien acompaña el debutante en la dirección Kyle Balda. No se nota mucho un cambio de rumbo, pero al menos Minions no es tan zonza y tiene alguna historia por detrás, algo que la segunda de Mi villano por cierto no tenía.
Atención: se recomienda no llegar ni un segundo tarde al cine, porque los gags aparecen ya con el logo de Universal al comienzo, y terminan con los títulos finales bien avanzados. Que los chicos se aguanten para ir al baño.