Minúsculos

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Audacia narrativa

Los insectos siguen fascinando a decenas de documentalistas y animadores. En este rubro, tras producciones hollywoodenses como Bichos, Hormiguitaz o Bee Movie, la historia de una abeja, llega ahora a la cartelera argentina una propuesta francesa como Minúsculos.

Hélène Giraud y Thomas Szabo se basaron en una serie de cortos que ellos mismos habían concebido para televisión y consiguieron trasladar aquel éxito inicial a la pantalla grande. Con un generoso presupuesto de 20 millones de dólares y una apuesta por demás arriesgada (la película prescinde por completo de los diálogos, ya que los insectos se comunican con simples zumbidos), convocaron a más de 1.500.000 espectadores en los cines de Francia y lograron ubicarla entre los 20 precandidatas al premio Oscar al mejor largometraje animado.

Todo arranca con una pareja que llega a un encantador paraje de Provence para disfrutar de un picnic bajo el sol. Pero ella está embarazada y, apenas comienzan a sacar las exquisiteces de las canastas, la joven empieza a tener fuertes contracciones. Ambos abandonan raudamente el lugar dejando una generosa oferta alimenticia para miles de bichos de toda clase. La protagonista del film es una vaquita de San Antonio que pierde a su familia y es adoptada por una colonia de hormigas negras, que pronto deberá enfrentarse (cual batalla a-la-Corazón valiente) a las despiadadas hormigas rojas por un botín que, por ejemplo, incluye una caja con terrones de azúcar.

Quizás un poco menos espectacular y algo más ardua (sobre todo para los más pequeños) que las propuestas norteamericanas que se sustentan en los diálogos y los gags calculados para generar impacto, empatía, identificación con los personajes y carcajadas, Minúsculos es -vaya paradoja- un gigantesco esfuerzo de producción con una audacia narrativa que merece ser reivindicada y celebrada.