Tal vez creían que estaba todo dicho (y visto) en materia de películas animadas sobre insectos y sus hábitats naturales. En 1998 Pixar y DreamWorks compitieron cabeza a cabeza con “Bichos: Una Aventura en Miniatura” (A Bug's Life) y “Antz” respectivamente, a los que se les puede agregar ejemplos más recientes como “Las Aventuras de Lucas” (The Ant Bully, 2006) o “Bee Movie, la Historia de una Abeja” (Bee Movie, 2007).
Desde Francia y Bélgica, ahora nos llega una nueva aventura para toda la familia, con el agregado del 3D y algunos detallecitos interesantes, de la mano de Thomas Szabo y Hélène Giraud, sí, la hija de Jean “Moebius” Giraud, a quien está dedicada está película.
En el año 2006 Giraud y Szabo crearon una serie de cortometrajes sobre la vida cotidiana de un grupo de bichitos que combina todo el carisma y la simpatía de sus protagonistas generados digitalmente con unos bellísimos paisajes naturales. “Minuscule” saltó a la TV y, gracias al productor Philippe Delarue (Futurikon), en 2013 se convirtió en un largometraje para ver con anteojitos, filmado en Cinemascope en locaciones de Provenza, Niza, el sur francés y los Parques Nacionales de Mercantour y Ecrins.
“Minúsculos – El Valle de las Hormigas” (Minuscule - La vallée des fourmis perdues, 2013) narra la historia de una intrépida vaquita de San Antonio que, tras quedar apartada de la seguridad de su familia e ir a parar a los restos de un picnic en la mitad del bosque, hará buenas migas con una valiente hormiga negra que deberá proteger su preciado botín (una caja de terrones de azúcar) de un poderoso ejércitos de hormigas rojas.
El contingente de hormigas negras tendrá que atravesar los peligros del bosque para llegar al resguardo de su hormiguero, pero los bichitos rivales no les van a dar respiro y les declararan la guerra a toda costa. En medio de la contienda nuestra mariquita protagonista sacará a relucir toda su astucia y valentía, cualidades que creía no tener hasta ese momento.
Si todo esto les suena muy infantil y con moraleja, es porque están en lo cierto. Sus creadores (directores, guionistas, editores y animadores) plantean una historia sencilla y bastante conocida para que pueda ser disfrutada y entendida hasta por el más menudo de la familia, reemplazando los diálogos por simpáticos efectos de sonido y la música original de Hervé Lavandier.
La mezcla entre animación por computadora y los lindísimos amaneceres y ocasos franceses es sublime, más allá de que los personajes no pretenden ser realistas y resultan más bien caricaturescos y minimalistas. Hay mucha ternura y humor que hace recordar a “Gerald McBoing-Boing” (1950) -ese cortito ganador del Oscar protagonizado por un pequeñín que sólo emite sonidos-, pero carece de la originalidad y “adultez” de sus antecesoras, indispensable para atraer a un público más crecidito a las salas.
“Minúsculos” es, básicamente, una experiencia para disfrutar con los sentidos, volver a apreciar las pequeñas maravillas de la naturaleza (que a veces pasamos por alto) y una gran película para introducir a los más chicos en esto del séptimo arte.
No hay un gran mensaje ecológico, pero sí unos cuantos sobre la amistad, el compañerismo y las diferencias, que los adultos también deberían tener presentes. Si disfrutan de lo visual y no les molesta una historia sencilla y bastante trillada, busquen de excusa a algún sobrino o ahijado y vayan a ver esta obra chiquita pero tenaz como sus patudos protagonistas.