Este film de animación galo es una pequeña sorpresa. La historia es la de un grupo de hormigas, de su amistad con una mariquita y la épica defensa de una caja llena de azúcar, entre otras cosas. La imagen combina escenarios “reales” y personajes de síntesis, con un diseño simpatiquísimo. Pero lo que vuelve al film interesante, es la inteligencia para narrar y para generar humor en cada segundo. Es el ritmo de los movimientos y el uso inteligente del punto de vista para mostrar lo pequeños –y éticamente, grandes– que son los personajes lo que vuelve todo mucho más original de lo que puede parecer. Se le agradece que las referencias “adultas” estén reducidas al mínimo y que nos permita gozar de un cuento de pura imaginación, sin recordarnos que “no es solo para chicos”. Cuando el cine es inteligente no hace falta que lo subraye.