No estamos solos
El antecedente de este film, que mezcla acción y alguna dosis de humor en un tono de naturalismo alejado de la construcción artificiosa de la animación digital, data de 2004 con una batería de cortometrajes en los que se desarrollaban las peripecias de estos simpáticos insectos con el protagonismo de la vaquita de san Antonio o las hormigas.
Lo cierto es que la marcada diferencia entre la propuesta de Minúsculos con sus pares animados como Bichos o Antz, mundos habitados por insectos antropomorfizados, es sustancial: ninguno de los personajes de esta película habla, sino que se comunica mediante sonidos o con el cuerpo desde los gestos más que desde las expresiones. El desafío del no diálogo lleva al replanteo de la aventura y entonces la magia del cine completará el resto.
La premisa es sencilla y tiene como protagonista a una vaquita de san Antonio que queda relegada de su grupo, aspecto que la deja primero a merced de unas moscas muy molestas y luego en su devenir por la naturaleza, rodeada de peligros pero también de estímulos, entablará contacto con las hormigas negras. El encuentro entre ambas especies se produce en el escenario que ha dejado las sobras de un picnic en un bosque. Desechos que para los humanos son basura, para estos insectos representan tesoros, y a partir de allí el conflicto por la posesión con las hormigas rojas, antagonistas y villanas de turno, se desplazan por distintas vertientes hasta desatar una batalla épica en la que la indefensa vaquita de san Antonio se convierte en heroína del relato.
Los directores Hélène Giraud y Thomas Szabo se toman su tiempo para desarrollar la aventura jugando con las diferentes perspectivas de tamaño y los puntos de vista de los insectos en relación a los humanos y mucho más respecto al paisaje en el que se desenvuelven.
Tal vez la falta de acción le juegue en contra a la propuesta integral, algo que en el caso de Bichos o Antz se veía suplantado por la antropomorfización de sus criaturas. No obstante, Minúsculos es una interesante propuesta sin bajada de línea ecológica ni mensajes de trazo grueso, aunque su público infantil es el indicado para disfrutar de estos simpáticos insectos que no hablan.