Un mundo que de Minúsculos, no tiene nada
Trabajar el detalle, buscar nuevas formas de animación, saborear el cine, explorar el delirio y armar una historia épica sumergida en un mundo tan desarrollado como oculto, por lo menos para nuestros ojos. Minúsculos: El valle de las hormigas (Minuscule - La vallée des fourmis perdues, 2013) es la culminación del trabajo realizado por los directores Hélène Giraud y Thomas Szabo, comenzado en el 2004, con unos cortos basados en la misma técnica y mismos personajes (Minuscule).
Una pareja, que descansa tranquilamente en el bosque, debe abandonar su picnic cuando la mujer siente las primeras contracciones. Este incipiente nacimiento da origen a la historia, al cuento, al viaje que deberán emprender un grupo de hormigas negras, una caja repleta de cubos de azúcar y una mariquita. Esta pequeña protagonista, alejada de su familia nativa, demostrará su valentía en cada paso. Pero ninguna travesía es simple en el cine, menos cuando de sobrevivir se trata, y una banda de hormigas rojas se interpondrá en su camino. Persecuciones, enseñanzas y batallas épicas harán crecer un universo tan simple como imperfecto. Algo que lo vuelve aún más bello.
Usando escenarios reales, los directores y guionistas de la película, desarrollaron personajes animados provenientes del mundo de los insectos. Animación 3D que exagera la composición de estos seres utilizando los códigos de la caricatura, aunque al mismo tiempo buscando el realismo en los movimientos y en las texturas. La narración transcurre como una leyenda, como una fábula de Esopo, atravesada por micro-mundos que se alimentan de la cultura humana. Es un trabajo visualmente pretensioso, apasionado, pero donde lo que más llama la atención es su falta de diálogos. Acostumbrados a películas como Hormiguitaz (Antz, 1998) o Bichos, una aventura en miniatura (A Bug's Life, 1998), es una virtud del film que los insectos no hablen. La comunicación es a base de efectos de sonido y músicas incidentales que se aplican de forma exitosa, comprensible y sin defectos.
Una mariquita, el insecto más indefenso que podemos imaginar, se vuelve el líder de las hormigas negras. Unas hormigas organizadas dentro de su delirio, mezcla de inocencia y sencillez, que deberán proteger el botín conseguido en el picnic contra su contrapartida de la naturaleza: las hormigas rojas, lideradas en un formato militar y con especial cara de malas. Este viaje por el bosque nos mostrará el tráfico sonoro de un territorio dominado por las múltiples patas, las antenas, las alas, la viscosidad y los elementos humanos que interfieren directamente con su equilibrio biológico. Dando lugar a una batalla épica al estilo de la trilogía El señor de los anillos (The Lord of the Rings, 2001-2003).
El ritmo por momentos tiene unos vaivenes contraproducentes, pasando de un buen manejo de la acción, los gags y el suspenso, a situaciones que ralentizan la historia. Hasta podría catalogarse como una dinámica de estilo francés. También hay ciertos aspectos reiterativos y previsibles que hacen más notoria esa merma. Aunque se equilibran con detalles cinematográficos, de rápida identificación, que fortalecen la empatía con el espectador. Una serie de tributos que pasan por El rey león (The Lion King, 1994), Psicosis (Psycho, 1960), Tiburón (Jaws, 1975), Misery (1990) y Star Wars: Episodio VI - El Regreso del Jedi (Return of the Jedi, 1983).
Minúsculos: El valle de las hormigas es un gran mundo desarrollado por Giraud y Szabo desde sus ganas por contar una historia universal, pero en uno de los entornos más pequeños que existen. Trabajando desde lo simple, potenciando el detalle e intentando generar un relato donde el protagonista demuestre su poder y su fortaleza sin perder su esencia. Una mariquita que no deja de ser chiquita, colorida y con problemas de coordinación. Una mariquita que no necesita convertirse en otra cosa para ser quién es.