Mío o de nadie: peligroso juego de opuestos
Por una vez, el título local se impone aquí al de su origen. Mío o de nadie define muy bien hasta dónde pueden llegar los personajes de una historia que llega a disfrutarse (y hasta a estremecer con algunos giros) si se ve sin culpa.
En su ópera prima como directora, la experimentada productora Denise Di Novi recupera un arquetipo tan habitual en la época triunfal de los estudios de Hollywood, versión clase B: la mujer de precoz belleza y gélida perfección, rubia y peinada con cola de caballo bien tirante (por si faltaba algo) y preparada desde la niñez para convertirse en esposa y madre de excelencia. La amenaza para el cumplimiento de ese plan es una sufrida y bella morocha que conquistó el corazón de su ahora ex marido y puede hacer lo mismo con la hija de ambos. Los contrastes entre ambas mujeres son tan visibles como el enfrentamiento que se avecina entre ellas, junto a la reaparición de un pasado que la morocha cree haber enterrado.
Planteado así, el conflicto se mueve hasta el borde mismo de la caricatura, pero en medio de una tensión que nos lleva a tomar muy en serio todo lo que pasa. Hay algunas observaciones muy certeras sobre psicologías femeninas opuestas, una pintura deliberadamente frívola de los personajes masculinos y un juego de venganzas, miedos y locura que, aunque resulte paradójico, crece en potencia cuando más se acentúa su artificialidad. Heigl y Dawson están espléndidas.