Homenaje y sátira en partes iguales
Un whodunit que viene con un gran elenco liderado por Saoirse Ronan y Sam Rockwell.
Las historias de asesinato y misterio han sido caballitos de batalla del cine desde su concepción, así como lo fueron de la literatura y el teatro. Los whodunit son un género en sí mismo, pero debido a la repetición, muchos ejemplos de los últimos años no son lo suficientemente memorables como para destacarse entre el montón. Pero por suerte “See How They Run” es consciente del terreno en el que se mueve y le rinde homenaje al género, al mismo tiempo que se burla de él y entrega como resultado una entretenida historia con entrañables personajes protagonistas.
Londres, década del ‘50; la obra “The Mousetrap” de Agatha Christie es un éxito en West End y ya ha tenido un centenar de funciones. Tal es el fenómeno que Hollywood se involucró y la producción de una cinta basada en el texto ya es un hecho, pero no todo va a salir como es esperado. En un clásico y predecible giro, el director de la película, un estadounidense pedante y odiado por todos, es asesinado en una fiesta y todos los presentes son sospechosos, especialmente porque todos podrían tener un motivo para matarlo. Como es de esperarse, un detective cansado y con un pasado traumático es asignado al caso y lo acompaña una oficial de policía a la que no le falta entusiasmo ni pasión por la ley.
Saoirse Ronan y Sam Rockwell le dan vida a la oficial Stalker y al Inspector Stoppard, respectivamente, y esta pareja despareja se adueñará de todos los clichés esperables sin perder la frescura y originalidad. Puede que mucho de esto tenga que ver con el gran carisma de estos intachables actores, pero no sería justo obviar que el guion es lo suficientemente inteligente como para saber qué predice el espectador a medida que la trama avanza y así todo lograr entretener a cada minuto.
“Es un whodunit. Viste uno, viste todos”, dice la voz en off de Adrien Brody, el asesinado, que acompaña gran parte de la cinta. La magia de “See How They Run”, dirigida por Tom George y escrita por Mark Chappell, radica justamente en esto, no espera revolucionar el género ni mucho menos, sino que se alimenta de la narrativa que históricamente se utilizó para contar este tipo de historias y crea una trama en que se ríe de ellas, al mismo tiempo que funciona como una carta de amor al género.
A lo largo de la investigación se verá el contraste entre el inspector desganado, divorciado y héroe de guerra, que siempre toma todo con tranquilidad y no salta a conclusiones aceleradas; y la oficial entusiasta, que quiere arrestar a todos los que interroga y ve un culpable en cada sospechoso. Y es acá en donde esta historia se destaca, en la construcción de personajes carismáticos y queribles, en opuestos complementarios que, sin importar que ya hayamos visto demasiadas veces en la pantalla, aún conservan frescura y originalidad. Además, siempre suma tener a dos actores brillantes como lo son Rockwell y Ronan, que tienen una química impecable entre ellos y un timing de comedia que ayuda a mantener todo a flote.
Es cierto, si viste uno, viste todos, y esta no es la película que cambie eso, pero sí es la que se ríe de ello y nos hace parte a nosotros, los espectadores, de un chiste que se sostiene durante una hora y media.