UNA COMEDIA POLICIAL TAN CORRECTA COMO INOFENSIVA
Hay películas buenas o malas, excelentes u horribles, que ofenden o apasionan de diversas formas a unos u otros. Y hay películas inofensivas, que nos dejan indiferentes, sin que podamos calificarlas positiva o negativamente con certeza, porque no nos generan emoción en particular. En esa fina línea transita Mira cómo corren, por más que se esfuerce en ser un experimento relativamente renovador.
Es cierto que el film de Tom George busca ser ligero y chispeante, casi un entretenimiento refinado para pasar un buen rato, destinado a un público adulto que suele llevarse bien con una vertiente del cine británico que combina el policial con la comedia. De ahí que la utilización de la figura de Agatha Christie como enlace conflictivo entre el mundo teatral y el cinematográfico no sea una mera excusa argumental. Hay toda una operación autoconsciente en su relato, centrado en el asesinato de un director de cine estadounidense durante una fiesta posterior a la representación de La ratonera, una de las obras teatrales más famosas de la autora británica. El sujeto asesinado había sido contratado para dirigir la adaptación cinematográfica y los encargados de la investigación, un veterano inspector demasiado afecto a la bebida (Sam Rockwell) y una novata agente de policía (Saoirse Ronan) deberán lidiar con una multitud de sospechosos y encontrar al culpable, que, por supuesto, será el menos pensado.
El inconveniente principal de Mira cómo corren es que en la mayoría de su metraje suele confundir ligereza con superficialidad y chispa con canchereada. Si bien la película amaga con reconvertir la estructura de su género y desde ahí subvertir expectativas, a pesar de acumular unas cuantas subtramas y tonalidades, a la larga se termina conformando con repetir los mismos lugares comunes sobre los que ironiza. Por eso su puesta en escena algo juguetona es esencialmente un gesto banal, casi vacío de sentido, porque encima no queda del todo claro el compromiso de la estructura narrativa con lo que tiene para contar.
Ante estas limitaciones, Mira cómo corren parece finalmente conformarse con ser un cuentito policial correcto y apenas simpático, con un dúo protagónico que se sostiene principalmente sobre el carisma de sus intérpretes. Y si el mundo que despliega quiere entrelazar la ficción con la realidad e indagar en las conflictividades entre las artes, lo hace con una sumatoria de esquematismos sobre los cuales apenas si innova. De ahí su imaginación limitada -a pesar de un trabajo impecables en distintos rubros técnicos, como el vestuario y la dirección de arte- y su carácter efímero. Mira cómo corren no ofende a nadie, pero tampoco va a ser recordada por nadie.