Miragem

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Un ciudadano entre tantos, una persona común entre millones, un ser prácticamente anónimo que hace una sola cosa: trabajar de taxista. Ese es Paulo (Fabricio Boliveira), quien recorre todas las noches Rio de Janeiro buscando pasajeros. No maneja por gusto, lo hace para juntar dinero y poder enviárselo a su hijo que vive con su ex esposa.

Así son las cosas para él, que reside en un pequeño departamento frente a las vías del tren. Está atrapado entre la escasez de dinero y el conflicto familiar, no puede pensar en otra cosa y su existencia es rutinaria y monótona. A duras penas junta cada real con gran sacrificio, trabaja de noche y duerme de día y su único anhelo es poder ver a su hijo, no tiene otra ambición. Esa es la trama de esta película dirigida por Eryk Rocha, sencilla, sólida, intimista y contundente.

El ritmo del relato va a la par de lo que sucede durante una ronda nocturna, es decir, tranquilo, muy de vez en cuando alterado por algún incidente con pasajeros o transeúntes. La música que suena en ocasiones proviene generalmente de la radio y son canciones brasileras. La historia es mínima, austera, filmada con mucha cámara en mano y primeros planos, para poder vivir y sentir lo mismo que el protagonista.

Una noche sube como pasajera Karina (Bárbara Colen), una enfermera de hospital público desencantada con su profesión. En poco tiempo se convierten en amantes y ellos son almas en pena transitando las calurosas noches cariocas.

De algún modo, y cada uno a su manera, ambos intentan resistir los embates que les provoca una sociedad hostil y tratar de salir indemnes, aunque la situación imperante les sea totalmente desfavorable