Una Taxi Driver carioca. Esa es la promesa inicial, o tal vez ese sea el deseo del espectador anhelante ante la notable secuencia de apertura, sólidamente construida mediante el manejo cercano de la cámara mayormente en el encierro del coche.
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Miragem, historia de taxistas de la noche de Río de Janeiro por necesidad, de un padre que anhela reunirse con su hijo, no traiciona ese trabajo de cámara deslumbrante y persiste en una iluminación nocturna con momentos asombrosos, desarticulados con destellos más bien alucinantes en las pocas partes cegadoras con luz del sol.
Sin embargo, la nueva película de Eryk Rocha no profundiza la tensión del comienzo y más bien apuesta por añadir viñetas antes que por multiplicar o potenciar sus posibilidades narrativas. Así, Miragem se vuelve quizás pariente de Una noche en la tierra de Jim Jarmusch pero sin su humor estrafalario, con una sucesión de pasajeros en el taxi de Paulo (algunos más significativos que otros) y con una realidad social que por momentos se inmiscuye de formas más planas y en otras con tremenda y lacerante fuerza documental.
En unos y en otros, y en realidad en todo momento, Miragem se ve y se escucha-y está interpretada por su elenco- como pocas otras películas latinoamericanas. Y nos deja con ganas de mayores dosis de enjundia narrativa, como pasa con muchas otras películas del continente.