El documental Mirala (que linda viene) (2018), se introduce en la gestación de una comparsa los días previos al carnaval. Este cuento urbano íntimo, define a la murga como un estilo de vida e intenta romper con sutileza prejuicios sociales.
Primer dato curioso de este registro que tiene como protagonistas al grupo murgero “Los cometas de bohedo”: Las imágenes están impresas en blanco y negro. Y es que la murga siempre fue asociada a la multiplicidad de colores como sinónimo de alegría, diversidad.
Todo intencional por parte Javier Pernas (el director), con el objetivo de centrarse en la cocina de la comparsa y sus hacedores. Con su cámara entramos a un grupo humano, que fraterniza y asimila conceptos murgeros. Pero también discute sobre cómo perfeccionar el show. Todo bajo la atenta mirada paternal de los profesores. Son ellos, quienes con algunos consejos y retos, van haciéndose protagonistas.
“El paso cometa se salta con los dos pies muchachos”, repite uno sin cesar. “Si había algo que no te gustaba tendrías que haberlo dicho desde el primer día”, dice otra cuando alguien reclama. Se manifiesta también, cierto talento del realizador para retratar la vocación y paciencia de los maestros. Con cámara en mano, somos un testigo más, que baila con los jóvenes, se siente parte del grupo y escucha a los mayores.
Este cuento urbano intentará a su vez, rescatar valores populares mediante las reflexiones de los directores de la comparsa. “No dejen que los chicos bailen con una botella de cerveza en la mano. Intentamos recuperar la sociedad perdida de los 70”. La alegría por lo que hacen estas personas, es el motor de un cine urgente, que intenta rescatar a la murga de los prejuicios y ubicarla como hecho social y producto cultural vigente. La manera artesanal de realizar la actividad murgera, será su bastión.
Con fecha de estreno inteligente, (jueves 8) justo previa al carnaval (algo poco probable los realizadores argentinos durante sus primeros pasos), es el momento ideal para ver este material, que sin ofender a nadie, puede poner en duda conceptos muy arraigados en el espectador. Ahora sí el telón se corre, en plena noche veraniega, carnavalesca, y sorprende la pantalla explotada de colores.