El hombre que amaba demasiado
La comedia con Catherine Deneuve y Emmanuelle Beárt se centra en un fan... insoportable.
El fanático puede ser crónico y crónica de la sección Policiales, o hasta risueño y quedar como una mera apostilla de color en una historia. Robert es fan de tres estrellas del cine francés de distintas edades, pero algunos síntomas pueden llevar a pensar que algo no funciona del todo bien en su cabeza. Se sabe: el fanático no entiende razones y su única razón de ser -fanático- es el objeto de su deseo, admiración o devoción.
Mis estrellas y yo parte de una premisa inusual para una comedia. Original idea sobre un fan que vuelve loca a sus estrellas, nada menos que Catherine Deneuve y Emmanuelle Béart, que juegan unos pasos de comedia para el aplauso, sus puntos más altos están en el comienzo, cuando el espectador ingresa en la trama sin saber demasiado de Robert, de su obsesión o trabajo. El esquema de hacer creer al espectador algo que en verdad no es -pero sin haberle mentido al público, que lo cree por su cuenta como verdadero- es base de muchos enredos, y la guionista, directora y actriz Laetitia Colombani (es la psic cat analista, psicoanalista de gatos) juega con ello reiteradas veces.
Por una cuestión, que no conviene adelantar para que no se pierda ese espíritu de asombro o sorpresa, Solange (Deneuve), Isabelle (Béart) y Violette (Mélanie Bernier) terminan reunidas en el casting de una película gracias a Robert, que ha sabido volver loco al chofer de Solange. Y cada una de las actrices trabará relación con el fan, y sabrá cómo vengarse y/o perdonarle lo que les haya hecho sufrir o no su desmedida intromisión en sus vidas.
Si las estrellas son otras, quien lleva el rol central en esta simpática y pasatista comedia es Kad Merad, hoy por hoy un actor más taquillero que Deneuve y Béart juntas, al menos para el mercado del cine galo. Protagonista del mayor éxito de su país en años (Bienvenidos al país de la locura, otra comedia, estrenada aquí en octubre), su semblante es fundamental para el éxito del relato. Que no apunta a más que la sonrisa, es cierto, y que Colombani no intenta forzar la carcajada ni virar hacia el disparate es tan cierto como que es un placer ver enemistarse a Catherine Deneuve con quien se le cruce en escena.SRit