Un árabe en el mundo judío
Una historia de hondo dramatismo y trasfondo político contada con levedad y sin maniqueísmo.
Buena parte del cine de Oriente Medio que llega a las salas argentinas suele plantear incómodos dilemas morales. El israelí Eran Riklis (El árbol de lima, La novia siria) sigue esta línea y la lleva a su propio territorio: la convivencia entre musulmanes y judíos, entre árabes e israelíes. Y lo hace, según admitió en algunas entrevistas, tomando de la tradición cinematográfica europea el interés por asuntos políticos y, del cine estadounidense, ciertos recursos narrativos. Sintetiza ambas vertientes al servicio de historias como la de Mis hijos (curiosa traducción del original Dancing Arabs, árabes danzantes). Basada en dos novelas autobiográficas del guionista Sayed Kashua, cuenta la inserción de un joven árabe-israelí en un colegio secundario de elite en la Jerusalem de fines de los ’80 y principios de los ’90.
Opacado por la conflictiva situación de los palestinos en la Franja de Gaza y Cisjordania, a menudo se olvida un dato que la película nos recuerda al comienzo: un 20% de la población de Israel está constituida por árabes, que en su mayoría son ciudadanos israelíes. Dentro de este grupo está Eyad, un adolescente brillante que consigue entrar en uno de los mejores colegios del país. Una vez ahí, tendrá que adaptarse y convivir con el hecho de ser el diferente, con la particularidad de que, en una región que respira belicosidad, él siempre busca salidas pacíficas a los conflictos.
Al adoptar el punto de vista de un niño, primero, y de un adolescente después, Riklis consigue dotar de levedad a una historia con un trasfondo trágico. Una vez más, ubica a un personaje inocente como víctima de las circunstancias, pero en este caso logra plantear asuntos políticos tan espinosos como los que sacuden a la región sin caer en una tosca bajada de línea. Lo que parece una leve estudiantina, con situaciones clásicas del género -el primer amor, situaciones en clase, el descubrimiento del mundo- esconde un drama con interrogantes sobre la identidad y la convivencia cultural que probablemente no tengan una sola respuesta.