Tras las dos entregas de La gran aventura de Winter el delfín, Charles Martin Smith sigue hermanándose con el reino animal adaptando otro bestseller de Bruce Cameron -el mismo autor de La razón de estar contigo que tuvo su versión cinematográfica en 2017 dirigida por Lasse Hällstrom-, esta vez con la aventura de una perra pitbull que tras ser separada de su adorado dueño se embarca en un épico viaje de regreso a casa atravesado medio país, transformando la vida de diferentes personas y adoptando a una puma bebé con la que establecerá una gran amistad.
Retomando algunos elementos estéticos y narrativos de films anteriores -como usar la voz humana para transmitir los pensamientos del animal- Mis huellas a casa podría fácilmente relacionarse a la producción de Disney El viaje increíble -1963-, en la que un gato siamés, un Bull terrier y un labrador emprendían un viaje de 400 kilómetros a través de las montañas de Canadá para reencontrarse con sus dueños.
Pero en esta ocasión muchos diálogos más allá de ser tiernos llegan a ser superfluos y por ratos innecesarios, sumados a personajes estereotipados políticamente correctos y pocos sutiles -una pareja interracial gay, un mendigo, veteranos de guerra, el villano de la perrera, etc-, adornados con preciosos paisajes y un gran abuso de la música para activar el lagrimón.
A pesar de todos sus clichés, el fallido diseño digital de algunos animales que resultan demasiado artificiales y la superficialidad de los temas, resulta suficiente para un público infantil que disfrutara de las monerías del animal y emotivos momentos que enfatizan el poder del amor incondicional entre un perro y su dueño.
Un film inclusivo con un final emotivo, cuyo efecto depende de tu amor a las mascotas.