Mis huellas a casa es una de esas películas que te “van comprando” como espectador ni bien la historia va avanzando.
Los primeros minutos de metraje se sienten un tanto viejos, muy “noventosos” de hecho. Porque en esa década hubo más de una producción cuya trama giraba en torno a mascotas perdidas, que tenían que encontrar el camino de regreso hacia sus dueños.
Y si bien aquí la fórmula se repite, incluso también el condimento de que el perro tenga una voz humana (que relata todo en off), a la película se la siente moderna.
Tal vez es debido a sus escenas en donde se mezcla la acción real con animales creados por CGI, o simplemente porque te emociona mucho.
Esta producción está basada en una historia real, que fue pasada a novela por W. Bruce Cameron, a quien ya conocimos por su otro trabajo canino: el best seller A Dog's Purpose que fue adaptado al cine en 2017.
El director Charles Martin Smith hace un laburo correcto. Pero es la historia, la empatía y sentimientos de la gente con sus mascotas (o ajenas) las que causarán el vínculo con este film, y lo harán más o menos disfrutable.
El cast podría ser cualquiera, y la voz de la perra Bella, provista por Bryce Dallas-Howard, también, porque su tono tampoco tiene nada del otro mundo.
Los aplausos para aquí van para los adiestradores y técnicos que supieron captar bien a la mascota.
Es una película engañosa, porque te entretiene y te hace llorar, pero sabés que no es buena.
La disfrutarán muchos los amantes de los animales.