Besos en la frente.
¿Puede un hombre enamorarse de una mujer digamos, 50 años mayor?. ¿Aunque ese amor quizás sea platónico, u admiración, o se trate sólo de cariño?.
Germain (Gérard Depardieu) es un cincuentón un tanto analfabeto, tiene sobrepeso, trabaja de changas, con novia que lo ama y quiere formar una familia a su lado, una madre soltera que lo crió digamos que no de la mejor manera y actualmente debe hacerse cargo de esta, frecuenta un bar donde se encuentra con amigos diariamente como para pasar el rato y dar el parte diario de lo que ocurre en su pueblo. Un día, en su afán de pasar una tarde tranquilo – como suele hacer – Germain conoce a Marqueritte (con doble “t”) en un banco de plaza dándole de comer a unas palomas que el señor ya tiene bien identificadas con nombres propios. ¡Qué mejor imagen, estar dándole de comer a unas palomas en una plaza como para demostrar la etapa de la vida en que está Margueritte!.
Ella es una mujer instruída, con una alta devoción por la lectura, casi una pasión; reside en un hogar para ancianos costoso y para pesar está quedándose ciega.
El encariñamiento surgido por la dupla es recíproco, el intercambia flores de su jardín, un bastón para el andar a cambio de un regalo más que interesante de la señora: un diccionario.
Germain encuentra en ella esa alma materna que en su madre biológica no encontró, ni hablar del cariño y atención que la anciana le presta tarde tras tarde.
Jean Becker, es un director de 78 años, con este film demuestra agilidad y ternura constante en un relato del que al menos logró desestereotipar a quien venía autointerpretandose a sí mismo en diversos filmes: Gérard Depardieu. Inclusive es meritorio que el actor, de quien instantáneamente percibimos que está fuera de peso -esto no es un efecto especial-, mismo se jacte de ello y lo vuelque como parte de su actuación. Gìsele Casadesus es una actriz con 97 años solamente, por demás lúcida y muy fresca en su rol.
El film que funcionó muy bien en el ciclo de Les Avant-Premières, exhibido por la tarde, hora del té en un shopping particular, las Galerías Pacífico y con un promedio de edad de espectadores apenas menor al de la actriz protagónica, podría resumirse como una mezcla de otros dos filmes: Forrest Gump + Conduciendo a Miss Daisy. Nostálgico, sin golpes bajos y un derroche de ternura.