Una comedia entretenida y adorable sobre la posibilidad de que la vida cambie de un momento para el otro y para bien. Donde cuando uno piensa que todo está perdido, en realidad aún hay mucho por hacer.
Gérad Depardieu es Germain, un cincuentón y casi analfabeto, que se junta con sus amigos en un bar y sufre el maltrato de su madre. Margueritte (Giséle Casadeuds) es una anciana agradable y dulce que ama leer. Y un día, de casualidad, se conocen en un banco de un plaza y surge ese encuentro, ese instante de mano del azar donde estas dos personitas sin darse cuenta están en el lugar preciso en el momento indicado. En ese mano a mano, ella le comienza a leer fragmentos del libro que tiene en su poder y él, descubre la magia de los libros.
En un simple y abrir de ojos, Germain comienza a ser otro, y los demás se dan cuenta de ello. Y en ese camino de revelación sobre su persona y sus capacidades, Margueritte va quedándose ciega. Como si lo que uno pierde, el otro lo suplanta, será él quién ante el cariño que siente por esta tierna anciana que le dio tanto en tan poco tiempo, decide no solo realizar su máximo esfuerzo por leerle cuando ella ya no pueda; si no también demostrarle que él estará para ayudarla a vivir esa nueva vida de la mejor manera.
El filme está dirigido por Jean Becker, responsable de filmes como “Elisa” o “El Jardinero” (de las más recientes de sus obras) con un elenco por demás interesante pero que queda reducido ante el encanto de Casadeuds y Depardieu, en una dupla que se luce y que transmite esa ternura necesaria para que la historia sea como es, deliciosa.
Becker logra en poco tiempo (hora y media) contarnos una historia sencilla, con detalles precisos sobre la vida de Germain entender su pasado, mientras que con diálogos excelentes Margueritte nos cuenta sobre su vocación, su cultura y su respeto hacia los demás. Simple, emotiva y transparente. Esos filmes que con poco dicen mucho, para no perdérsela.