Misántropo es la clase de película que hace 30 años hubiera sido un éxito popular de la taquilla norteamericana, protagonizada tal vez por Sandra Bullock o Demi Moore, durante la era dorada de los asesinos seriales en Hollywood, post irrupción de Hannibal Lecter.
Luego habría gozado de una excelente perfomance en el video club o en las emisiones del viejo HBO Olé.
En el mundo del 2023 forma parte de esas propuestas, que debido a su falta de personalidad artística, suelen terminar perdidas en la programación de alguna plataforma de streaming.
De hecho, si el nombre de Damián Szifron no estuviera asociado con este estreno el 95 por ciento de los críticos locales jamás le hubieran dado bola a esta producción.
En lo personal me dejó ciertos sentimientos encontrados.
Me cae bien Szifron y le compro su pasión genuina por el género policial pero la verdad es que en esta oportunidad ofrece la obra más floja de su filmografía que no te alienta a repasarla en futuros visionados.
Tras una espera de nueve años, luego del estreno de Relatos salvajes, su debut hollywoodense resulta un poco decepcionante.
El problema central de Misántropo es que elabora un thriller policial de una factura técnica correcta donde se encuentra ausente la voz de Szifron como cineasta de autor.
Por consiguiente, el resultado final es un film pedestre en cuyos créditos de dirección podría figurar cualquier otro realizador y pasa sin problemas.
La película tiene la buena intención de abrazar el subgénero de los procedimientos policiales en la línea de lo que hizo Steve Bochco con esa obra maestra de la televisión que fue Policial de Nueva York.
Una manera de de abordar esta temática que en la literatura también podemos encontrar en las novelas de Ed McBain y su gloriosa saga del Precinto 87.
Curiosamente el autor ofreció un relato muy similar al de este film en esa joyita que fue Ten Plus One (tomo 17 de la serie), donde un francotirador psicópata masacraba personas al azar mientras los policías luchaban contra el tiempo para elaborar un perfil del criminal.
Szifron hace lo mismo en una propuesta que tiene un comienzo estupendo en términos narrativos con la introducción del villano.
En los primeros 20 minutos se encuentra la labor más inspirada del cineasta donde presenta un trabajo estupendo con los climas de tensión y suspenso.
Lamentablemente con el desarrollo de la trama el atractivo inicial luego se desinfla enseguida, debido a un exceso de escenas de exposición y elementos trillados donde no faltan la agente novata con pasado traumático y el oficial veterano que lucha contra la burocracia del sistema.
Szifron busca además construir una comprensión del psicópata a través de un comentario social que representa lo peor de este film a la hora de expresar sus ideas.
Basado en el clásico concepto de “la sociedad es culpable de gestar al monstruo” el director se embrolla con una ensalada gourmet donde critica el sistema de salud de los Estados Unidos, el problema de la libre portación de armas, los grupos de la extrema derecha y los diabólicos medios de comunicación con la sutileza de una topadora.
Este es un punto que hace ruido y afecta a Misántropo porque sabemos que este realizador puede concebir mejores historias que le permitan al público pensar por su cuenta.
En los aspectos más técnicos no se le puede objetar nada.
Sobresale la impecable fotografía de Javier Juliá (Argentina, 1985), la música efectiva de Carter Burwell (The Banshees of Inishiring), mientras que las sólidas interpretaciones de Shailene Woodley y Ben Mendelsohn consiguen que el film se deje ver hasta su conclusión.
Queda la sensación que a esta película le faltó algún ingrediente más para elevarla sobre el resto de los thrillers pedestres que se pueden encontrar a diario en la televisión.
En este punto es donde se siente la ausencia de esa impronta de autor que nos recuerde que esto es una obra de Damián Szifron.