Misántropo

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

A la hora de hablar de «Misántropo», debe decirse que finalmente, Damián Szifron a vuelto a filmar, luego de su increíble «Relatos Salvajes». Y es difícil establecer algún tipo de comparación con aquella propuesta, porque «To catch a killer» es un producto modesto, en términos de producción y llegada. En USA tuvo un estreno limitado y al poco tiempo ya se pudo ver por plataformas de streaming, lo cual liberó al director de la presión de acertar un gran hit para volver a los primeros planos.
Desarrollar tu carrera en Hollywood fácil no debe ser. Por lo cual, celebramos que Szifrón haya superado algún proyecto no concretado y haya puesto manos a la obra con un guión hecho en dúo con Jonathan Wakeham. Se ve que hay ahí una alianza a tener en cuenta porque se percibe una línea de trabajo ingeniosa y emocional, novedad, en cierta manera supongo para el público yanqui.
Si tenemos que definirlo en forma concisa, podemos decir que «To catch a killer» es un thriller tradicional y bien interpretado. La trama arranca con una situación de gran actualidad para el gran país del norte: un francotirador asesina a casi 30 personas en una sola intervención, a todas luces un tema fuerte. El director quiere traer a discusión ese accionar y girar sobre su problemática. El resultado, no es del todo redondo creo, pero hay valor en la propuesta.
La película inicia con todas las luces, pero el sendero que marca, nunca logra dinamitar su propio escenario. Y digo esto, porque la oficial que presencia la primera masacre accidentalmente (Shailene Woodley), tiene un perfil tan explosivo como el asesino, lo cual podría haber abierto una cacería inflamable muy original. Pero Szifron en cambio elige construir pacientemente ese personaje y bucear en situaciones donde se ilumine su verdadera tribulación, en su propio tiempo. Quizás esta elección no termina por convertir a «Misántropo» en una peli trepidante.
Eleonor (Woodley), una agente común, puede leer rápidamente la realidad circundante y tiene la habilidad de descubrir algunos aspectos de la psiquis del francotirador para poder delinear sus motivaciones. Sin embargo, no logra capitalizar esa ventaja y se empantana en cuestiones emocionales que van quitandole ritmo a la trama. Se elige expandir vias menos intensas y más introspectivas en ese recorrido.
Su jefe en la investigación (Ben Mendelsohn, aquí el encumbrado Lammark) se debate entre el temor a que vuelva a atacar el tirador y las presiones políticas a las que se ve sometido, en circunstancias donde hay mucho en juego y nadie quiere quedar expuesto.
No voy a descubrir nada diciendo que Szifron sabe filmar y es un buen director de actores. Se nota que estaba muy interesado en presentar un conflicto humano, más que una persecución mortal. Esto hace que la trama avance lenta y segura, involucrando al espectador en el micromundo que van dibujando Eleonor, Lammark y Jack (Jovan Adepo, el oficial que completa el equipo policial) a lo largo de la compleja búsqueda de un hombre que, claramente, está fuera del sistema.
Desde lo narrativo, la progresión se escala en forma natural y pausada, y los mejores momentos los tiene Woodley, quien en el final despliega su talento para navegar en los momentos más álgidos de la historia. En el debe, siento que esta estrategia de no acelerar el ritmo de la búsqueda ofrece un resultado quizás menos intenso, pero más equilibrado que lo esperable. Y puede decepcionar a quienes esperan un thriller dinámico y veloz.
Creo que sí, es una pequeña escala en la carrera ascendente de este gran director. Nos muestra una idea, un desarrollo, un encuadre cuasi televisivo. Pero sabemos que él puede dar muchísimo más. Sin lugar a dudas!