ÁLGIDO ENTRETENIMIENTO, PERO CON POCA ALMA
“Misión: Imposible”, la saga cinematográfica iniciada por Brian De Palma en 1996, adaptando la serie televisiva creada por Bruce Geller en la década del 60, resultó uno de los mayores éxitos del cine de acción de los pasados 15 años. La película inicial de De Palma nada tenía que ver con la continuación realizada por John Woo en 2000, ni ésta con el giro que dio en la tercera, dirigida en 2006 por J.J. Abrams, productor en esta parte 4. Aquí, el director, es Brad Bird, iniciando así su carrera como director con actores de carne y hueso, ya que previamente sólo cuentan en su haber filmes animados (Los increíbles, Ratatouille, y hasta algún capítulo de Los Simpsons).
Con el denominador común de Tom Cruise como figura medular y productor (que a sus casi 50 años demuestra que le sobran 15), la saga se ha demostrado sólida a lo largo de sus estrenos, tanto en pantalla grande como en la chica. En “Misión: Imposible – Protocolo Fantasma” (más conocida como “Misión imposible 4?), el agente Ethan Hunt, acusado de un atentado terrorista con bombas contra el Kremlin, es desautorizado junto con el resto de la organización al iniciar el Presidente el “Protocolo Fantasma”.
Abandonado a su suerte y casi sin recursos, nuestro protagonista deberá hallar el modo de rehabilitar el buen nombre de su agencia e impedir un nuevo ataque. Para complicar aún más las cosas, Ethan se ve obligado a embarcarse en esta misión con un equipo de fugitivos del IMF, cuyos motivos personales no conoce del todo, especialmente del agente William Brandt (Jeremy Renner), que esconde un secreto ligado a la vida personal de Hunt.
Ante la falta de un villano más presente o más vigoroso (pareciera que no alcanza con la muda presencia de Michael Nyqvist, de la saga original de Millenium), el filme entretiene sin pausas, especialmente en las complicadas y coreografiadas escenas de acción, como la secuencia en medio de una tormenta de arena en Dubai, o en un excéntrico garaje de autos, o en el exterior del piso 130 de un rascacielos.
Muy entretenida, las casi 2 horas 15 min. de pura acción divierten sin fisuras. Lo que más se echa de menos en esta entrega es el tono dramático y emocional que sí estaba presente en la trama de la parte 3. A pesar de la atrayente conexión entre los cuatro protagonistas, al guión le falta algo de alma. Al margen del género al que pertenece, no le vendría nada mal dar un poco de lugar para que los personajes demuestren que son humanos, y uno pueda acercarse algo más a ellos.
Cruise, a quien no se le puede negar su pasión profesional y eficacia comercial, se entrega nuevamente a su personaje con la inteligencia suficiente para dejar espacio a sus compañeros de reparto, Paula Patton, Simon Pegg y el nombrado Renner. Adrenalina pura: esto es lo que ofrece esta nueva entrega. Si no se pide más, se sale contento... al margen que, a las 2 cuadras de la salida del cine uno se acuerde poco de lo que acaba de ver...