Mientras que la vida pública y privada de Tom Cruise es totalmente discutible - que va desde su polémica defensa de la Cientología (de la cual es fan confeso) hasta sus polémicas apariciones públicas en programas como el de Oprah Winfrey -, es innegable que el tipo es un artista notable y posee un excelente olfato para los negocios. Cada vez que la carrera de Cruise parece aproximarse al abismo - por jugarse en títulos independientes de floja o nula recaudación - el tipo da un giro de timón y vuelve a estar en la cima de la ola. En los últimos años el caballito de batalla de Cruise ha sido la saga de Misión Imposible, la cual figura ahora como totalmente de su potestad luego de divorciarse de su socia Paula Wagner. Con un control creativo total Cruise ha reclutado a un puñado de talentosos y ha pergueñado el que debe ser el mejor filme de la saga por muy lejos. No sólo la historia es fácil de seguir y es intrigante, sino que sirve como pretexto para disparar algunas de las secuencias de acción más excitantes de los últimos años. Si Cruise está muerto (artisticamente), ... ¡que viva Tom Cruise!
Una de las decisiones más inteligentes de Cruise ha sido la de aliarse con J.J. Abrams, el cerebro detrás de Lost, Alias y la nueva Star Trek. No sólo le dio luz verde para hacer lo que quisiera en el tercer capítulo de la serie - que sirvió como gran debut cinematográfico para el productor -, sino que ahora ha recurrido a los servicios de un par de libretistas de su staff, los cuales han escrito una historia simple y llena de situaciones perfectas para que un director con talento las tome y llene los blancos. En este caso - y en un nuevo ejemplo de stunt casting a manos del propio Cruise, tal como ocurriera con Abrams - ha reclutado al animador Brad Bird, el mismo de Los Increíbles y El Gigante de Hierro. Lo cierto es que el exquisito refinamiento visual de Bird no ha perdido un ápice en su traslación al celuloide con actores, generando un peliculón de aquellos.
Acá no hay Spectre ni ninguna organización malévola que quiera dominar el mundo; basta un loco muy inteligente - Michael Nyqvist, de la saga Millennium, corriendo con un papel que usualmente iría a manos de Stellan Skarsgard - con un par de secuaces y mucho dinero como para comprarse un par de aparatos y obtener el acceso a la red de control de misiles balísticos rusos, con el fin de lanzar uno de ellos sobre Nueva York y provocar una guerra nuclear entre las superpotencias. Tras él va Ethan Hunt y su equipo, los cuales tienen la desgracia de estar en el lugar equivocado en el momento correcto, y terminan siendo inculpados por un masivo atentado al Kremlin. Como todo el mundo los quiere atrapar, Hunt y su gente pasan a la ilegalidad y comienzan la cacería del terrorista. El problema es que cada montaje / engaño / incursión clandestina que realizan les sale mal (la dichosa Ley de Murphy) y los tipos deben improvisar sobre el momento, con lo cual el filme recupera la tensión y el sabor que poseía la serie original de hace 40 años.
No sólo la mecánica de Misión Imposible: Protocolo Fantasma se siente diferente, sino que resulta mucho mas satisfactoria. En los filmes anteriores era la super estrella Cruise y tres o cuatro párvulos que le sostenían los gadgets mientras se lanzaba desde edificios enormes y peleaba con un batallón de sicarios él solito. Acá las responsabilidades están distribuidas y cada miembro tiene su oportunidad de brillar. Paula Patton y Jeremy Renner pelean como los dioses y obtienen tanta pantalla como Cruise, e incluso la dinámica personal entre los miembros del equipo se ve mucho más relajada y con espacio para el humor. Hasta Simon Pegg se ve heroico. Oh, sí, este equipo es una auténtica maravilla.
Pero la gran estrella del filme es Brad Bird, el que consigue armar unas escenas de acción impresionantes. Cruise escalando a mano el Burj Khalifa - el edificio más alto del mundo, que reside en Dubai - y lleno de contratiempos; una persecución a toda velocidad en medio de una infernal tormenta de arena en plena ciudad árabe; la mencionada incursión en el Kremlin, dotados de una pantalla espejo que no siempre funciona como debiera; y un excitante clímax en mitad de un gigantesco edificio - estacionamiento, en donde los protagonistas deben realizar saltos mortales de una paltaforma móvil a la otra... son tantas las secuencias y están rodadas con tanto estilo que resulta inútil describirlas. Hay que verlas y disfrutarlas como corresponde.