El Coyote Cruise
Misión: Imposible-Protocolo Fantasma incluye gags visuales y gestuales, además de un trabajo en lo corporal cercano a lo maleable y lo plástico, que pone a los protagonistas en el lugar de los dibujos animados.
Hay una secuencia de acción en Misión: Imposible-Protocolo Fantasma que revela las posibles razones por las que Tom Cruise y J.J. Abrams pensaron en Brad Bird para que fuera el director de la nueva entrega de la saga, y lo que finalmente termina aportando el cineasta. Se trata una persecución primero a pie y luego en auto en el medio de una tormenta de arena en Dubái, en la que Ethan Hunt intenta capturar al villano utilizando un localizador satelital.
Todo transcurre a ciegas, Ethan casi no tiene referencia visual, y actúa mitad con la tecnología como guía y mitad por puro instinto. Y sin embargo, a pesar de la multitud de cosas que suceden, el espectador comprende a la perfección lo que ocurre, incluso cuando no lo ve. De hecho, hay grandes aprovechamientos no sólo de los efectos especiales, sino también del sonido y el espacio fuera de campo. Por otro lado, la escena goza de una plasticidad y fluidez difíciles de encontrar en el cine de acción de hoy.
El realizador de El gigante de hierro, Los increíbles y Ratatouille ya había demostrado que, a pesar de provenir del campo de la animación, su cine estaba fuertemente emparentado con lo humano y mecánico, lo físico y lo explosivo. Su manejo de los géneros de la aventura y la acción ya estaban ahí evidenciados. A la vez, Misión: Imposible-Protocolo Fantasma incluye gags visuales y gestuales, además de un trabajo en lo corporal cercano a lo maleable y lo plástico, que pone a los protagonistas en el lugar de los dibujos animados. Podríamos pensar que, por ejemplo, en la secuencia antes descripta, Cruise es como el Coyote.
Es verdad que podríamos catalogar fácilmente a esta como la película más floja de Brad Bird, la que tiene la menor ambición, con un villano que no posee (casi deliberadamente) entidad y peso en la trama. No obstante, lo que tenemos ante nuestros ojos es un relato donde está más presente la noción de grupo, con el mayor obstáculo en la necesidad ajustar las tuercas en la convivencia del equipo para lograr el objetivo. Y allí se nota un gran cuidado por lo que se está contando, por construir personajes simples pero verosímiles, con una gran vocación de espectáculo. Pero ese espectáculo que resuena en el público, que lo trasciende más allá de las dos horas del metraje, porque estamos hablando de entretenimiento en el mejor sentido del término.