¡Quien lo hubiera dicho! A casi 20 años de la idea de hacer una versión cinematográfica de la serie homónima de los ‘60, pocos se hubieran imaginado que se convertiría en una verdadera franquicia con estructura narrativa “Jamesbondiana” y todo. A ningún otro más que a Tom Cruise. se puede atribuir la solidez de esta versión norteamericana del gran agente secreto creado por Ian Fleming. Es cierto que es un producto ideado por y para él, pero sobre todo pensando en una audiencia (el público yanqui) que, al carecer de refinamiento y glamour en la elección de los personajes para admirar en el cine, necesita de un mix de ambas culturas.
Toda la saga de Misión Imposible ya tiene su razón de ser en la taquilla, pero tal vez el mejor de sus argumentos se encuentra en querer ser una buena película de acción, con una trama en donde uno o varios personajes ya logran una identificación con los fanáticos, es decir, tal cual sucede con Bond, se trata de saber qué tan sofisticada puede ser la misión y cuál va a ser ese “dispositivo a prueba de todo” que habrá de ser la motivación para que Ethan Hunt se ponga a prueba en despliegue mental y físico a la vez.
“Misión imposible: Nación secreta” tiene a Solomon Lane (Sean Harris) como un villano que al mando de la organización “El Sindicato” está decidido a acabar con M.I.F., la agencia de espías que trabaja al margen de las reconocidas por el gobierno estadounidense que, por otra parte, también quiere cerrar las puertas de la institución impulsado por las acusaciones del jefe de la C.I.A. (Alec Baldwin). Será Brandt (notable Jeremy Renner) quien desde adentro intente impedir que maten a todos, incluyendo a nuestro héroe.
Con esta idea simple es necesario un guionista y director que sepa darle las suficientes vueltas a la trama como para desviar la atención del espectador, por más que éste sepa cómo termina todo antes de comprar la entrada.
Christopher McQuarrie conoce bien el producto (que ya dijimos que es Tom Cruise) porque además de haberlo dirigido en “Jack Reacher” (2012), escribió para el actor los guiones de “Operación Valkiria” (2008) y “Al filo del mañana” (2014). Si uno conoce los bueyes con que ara, difícilmente le salga mal el sembrado. Ni hablar de la cosecha porque, al prescindir de cualquier tipo de vuelta de tuerca que derive en quitarle verosímil al argumento, esta quinta entrega se vuelve autoconsciente de sus pretensiones: explotar el personaje, sus antagonistas y también el humor que se viene insinuando desde la tercera. A eso sumemos un ratito de guiños (sólo nominales) a “Casablanca” (Michael Curtiz, 1943), por el lugar geográfico en Marruecos y por el nombre (Ilsa, como Ingrid Bergman) de un interesantísimo personaje interpretado por Rebecca Ferguson. Con ella nace para la franquicia algo a desarrollar más adelante.
Lo cierto es que “Misión imposible: Nación secreta” instalará (si no lo hizo ya) por largo rato un nuevo revival en el cine de espionaje que tiene todavía tela para cortar y ofrece en esta oportunidad una de acción “como las de antes”. Claro, si la taquilla responde.