La reinvención de lo imposible
Sin lugar a dudas Misión Imposible es una de las sagas de acción más sólidas de la historia del cine, al punto que ya pareciera evidente que se ha convertido en una franquicia perpetua, al estilo 007, y que seguramente trascenderá a Tom Cruise en un futuro. Esta quinta entrega es, según mi parecer, la menos virtuosa de todas, y no por eso una mala película.
Empecemos dando las malas noticias: la cámara rápida en las escenas de acción ha llegado a Misión Imposible. Planos efímeros y cambios súbitos de ángulo desdibujan las secuencias de combate cuerpo a cuerpo. Todavía no se sabe por qué ciertos directores quieren seguir apostando al caos fotográfico y evadir los planos explícitos, donde el espectador puede apreciar con claridad lo que sucede. Es sinceramente una pena que el cine de acción moderno se empecine en una técnica cinematográfica tan diametralmente opuesta a los estándares clásicos del séptimo arte.
La otra crítica que voy a hacer con respecto a lo malo de la propuesta tiene que ver con el deslucido rol de Jeremy Renner, quien había sido introducido en el reparto en Protocolo Fantasma y en esta oportunidad pierde el protagonismo en contraposición con toda expectativa. Es verdaderamente un desperdicio que un actor con tanta personalidad pase la mitad del tiempo en pantalla hablando por teléfono…
En todo lo demás, Rogue Nation cumple, comprometiéndose a brindar un buen entretenimiento. Hay muy buenas escenas, entre las cuales se destacan la del avión en la presentación y la acuática promediando el filme. Lo increíble quizás sea, después de cinco entregas, que Misión Imposible aún siga sorprendiendo por momentos con escenas creativas y magníficamente ejecutadas.
Rogue Nation tal vez no esté a la altura de sus predecesoras, pero conserva el espíritu de la saga y entretiene de principio a fin. Quienes quieran otras dos horas de vértigo ininterrumpidos de la mano de Ethan Hunt, no quedarán defraudados.