Acción al por mayor, y al estilo clásico
Tom Cruise vuelve como el agente Ethan Hunt, hacuendo sus propias escenas de riesgo, en un filme sumamente entretenido, con escenas de acción vertiginosa y humor
Es él. Se sabe que es Tom Cruise el que está agarrado de la manija de una puerta externa sobre el ala de un avión, tanto en el carreteo, despegue y en pleno vuelo. No es un doble. Es él.
Eso ocurre apenas abre "Misión: Imposible, Nación secreta", y no es un dato menor, ya que así Ethan Hunt/Tom Cruise se gana algo de la empatía del espectador.
El resto será durante 131 minutos a la manera del cine de acción clásico. Ese en el que no se notan (tanto) las cosidas que unen las secuencias de acción, que trabajan de manera individual, con su propio estructura, que permiten sacarlas de contexto, verlas individualmente y tienen su propia coherencia. Ese tipo de armadura, de esqueleto de guión al que el cine de Hollywood viene echando mano desde que los blockbusters se transformaron en una necesidad de la industria.
La de "Misión: Imposible" es, tal vez, de las pocas sagas de acción que no decae. Tiene un pie en el estilo Bond y, como las nuevas del 007 con Daniel Craig, las películas con Cruise tienen mucho del cine de acción más tradicional y menos rimbombante por no decir ridículo- de las nuevas franquicias.
Hay apertura de escena con una misión que después no tiene que ver con el resto del filme (como en todas las películas de Bond, y de Indiana Jones), Hay persecuciones aéreas. Persecuciones de autos y motos. Hay vidrios que estallan alguna vez se dijo que el de los vidrios rotos es el efecto más cinematográfico que existe-. Y, como en todo filme de espionaje (y recontraespionaje) vueltas de tuerca, malos que simulan ser buenos, y no lo son, y viceversa.
El hilo de la trama tiene de nuevo a la Fuerza Misión Imposible (imposible no esbozar una sonrisa con la sigla FMI) al borde de la desaparición. Hunt está tras la caza de El Sindicato, una organización terrorista que atenta contra las naciones con simpatías en Occidente. Pronto se sabe quién está detrás de ella (Sean Harris, con cara de Topo Gigio), pero la CIA, dirigida por Hangley (Alec Baldwin), cree que FMI tiene métodos pocos convencionales, así que la cierran y Hunt se queda solito y solo para descubrir la trama secreta de El Sindicato. Mentira.
Brandt (Jeremy Renner), Benji (Simon Pegg) y Luther (Ving Rhames) estarán allí para ayudarlo. Y una espía británica infiltrada (Rebecca Ferguson) creará más confusión, mientras la cámara va de Londres a Washington, pasando por Viena y Marruecos.
Aún sin una escena de acción excluyente (como la batalla final de la "MI 2", de John Woo, o la escena en el edificio de Dubai de "MI 4"), el director Christopher McQuarrie se las arregla para mantener la tensión y la atención en todo el metraje. Que decae algo en los últimos 20 minutos es igual de cierto.
En "Nación secreta" Cruise, que vuelve a ser productor, está menos secundado por Benjamin, Brandt y Luther. Algo se especuló con que "Nación secreta" podía ser la quinta y última de las "Misión", pero el final -sin adelantar nada, pero al estilo "Skyfall"- indica que la rueda bien puede haber tenido un nuevo empuje para que haya lugar para más aventuras.