Volvió Ethan Hunt (Tom Cruise) y de la mejor manera, porque más allá de que la saga avanzaba, en las últimas entregas no encontraba el tono justo con el cual sorprender al espectador. Igualmente “Misión Imposible: Nación Secreta” (USA, 2015) de Christopher McQuarrie, mantiene en vilo al espectador a fuerza de la nostalgia de las primeras entregas y de la serie que fue furor allá en el siglo pasado.
Hoy en día sería increíble pensar que algo fuese imposible, si hasta una ong ambientalista fue capaz de colar en la cumbre de los presidentes a una bailarina de comparsa para manifestarse, ¿qué sería imposible de hacer en la actualidad?
Sobre esa pregunta trabaja “Misión Imposible: Nación Secreta” y decide armar un contexto mundial en el que la FMI, a la que pertenece Ethan, es puesta en duda por la CIA al no lograr conseguir pruebas de un Sindicato oculto de ex agentes y que intentará comenzar con una serie de atentados que pongan en vilo la seguridad universal.
Ethan sabe que el Sindicato existe y decidirá junto a sus compañeros (Simon Pegg, Jeremy Renner y Ving Rhames) avanzar en el descubrimiento de la red de maleantes que bajo la dirección del misterioso Lean (Simon Harris) mantiene a una miembro de su grupo a la expectativa de todos (Rebecca Ferguson).
Las idas y venidas, la visita a ciudades cosmopolitas y exóticas, las armas sofisticadas y la tecnología puesta a la hora del día para, de alguna manera, enmarcar a Ethan dentro de un contexto de espionaje internacional, necesario para avanzar la narración.
Pero McQuarrie y el guión de Drew Pearce y Will Staples caprichosamente, y al igual que sucedía en la segunda entrega con Tandie Newton, Ethan está bajo el “hechizo” de la misteriosa agente Ilsen, a quien aún no puede lograr determinar ubicarla en alguno de los bandos, por lo que todo lo que puede hacer es únicamente brindarse a ella para desbaratar los planes de Lean.
Para darle un poco más de verosímil, mientras Ethan salta de país en país para encontrar a Lean y su sindicato, en tierra, y más precisamente en Estados Unidos, el debate sobre la continuidad o no del FMI entre el congreso, el jefe de la CIA (Alec Baldwin) y el del FMI (Renner), no hacen otra cosa que ofrecer la dosis de dramatismo necesaria para que los intentos por desbaratar la nación secreta lleguen a buen destino.
McQuarrie bucea en los orígenes de la saga, y apoyándose en Cruise, como protagonista excluyente, logra una combinación exacta entre suspenso/acción/espionaje y hasta humor que elevan la propuesta.
Con una narración clásica, pocos efectos especiales (se agradece) que brindan más realismo a la acción (a pesar que Ethan salte de un avión con cientos de ojivas de armas nucleares, o que se mantenga intacto ante el despegue del aeroplano agarrado sólo de sus manos, etc.) y la clara intención de recuperar el cine de espionaje como la base de un entretenimiento sólido “Misión Imposible: Nación Secreta”, llega para recuperar una saga que venía en clara decadencia.