Más corazón que odio
- Publicidad -
Por primera vez, un realizador dirige dos películas de la saga que tiene a Ethan Hunt como protagonista absoluto. Christopher McQuarrie, quien ya se había destacado con su Misión Imposible 5 – Nación secreta (2015), redobla la apuesta en MI 6 – Repercusión (2018) y entrega un arsenal de secuencias que no dan respiro.
Todo comenzó en 1996, cuando Tom Cruise decidió producir y protagonizar Misión imposible, el puntapié de una serie de películas basadas en la serie homónima. El primer director convocado fue ni más ni menos que Brian de Palma, quien le imprimió a su película su estética pródiga en planos secuencias y un montaje capaz de emular un mecanismo de relojería. Más tarde le sucedieron al director de Vestida para matar (1980) John Woo, J. J. Abrams y Brad Bird, hasta que con la llegada de McQuarrie la saga encontró un héroe ya maduro, tanto en su sentido físico como emocional. No por nada, MI 6 empieza con una escena onírica que haría sonrojar al mismísimo Sigmund Freud, pero que en términos dramáticos funciona como un buen comienzo; Ethan Hunt siente cómo su vida sentimental se ve resentida por su trabajo como agente secreto, en medio de un mundo que cada vez requiere más el trabajo de hombres como él.
En esta oportunidad, Hunt deberá desarticular -junto a su ya conocido equipo- un posible ataque mundial a cargo de un grupo terrorista. El plutonio será el producto puesto en circulación que tendrán que investigar e incautar pero, como es sabido, nada resulta sencillo en el mundo del espionaje. A partir de una trama llena de simulaciones, puntos de giro, revelaciones y retornos de personajes clave, MI 6 se convierte en un amplio muestrario de escenas de acción de impronta coreográfica, en donde Tom Cruise revalida su título de estrella mundial. Ya sea en las pintorescas calles parisinas (uno de los epicentros del film) o en medio del cielo, en plena contienda a bordo de helicópteros, Cruise hace gala de su destreza física por más que ya haya pasado holgadamente los 50.
Pero más allá de la excelencia técnica, lo que le da vida a la película es lo que subyace a ella; la camaradería que se construye en plena tensión, por ejemplo, vital para desear un desenlace que nos deje a todos conformes y a la expectativa de un nuevo llamado al orden. ¿Qué sabemos de la vida de los compañeros de Hunt? Poco y nada. Sin embargo, resultan queribles, y es a través de esta identificación/admiración que MI 6 pone en marcha su motor clásico, su épica individual pero también grupal, con un héroe recortándose del resto a partir de su crecimiento y maduración. Desde este punto de vista, el guión dosifica de forma pausada e inteligente los datos que hacen de él un personaje con sus zonas oscuras, ambiguas, capaces de dotarlo de una humanidad que lo hace un héroe alejado del manual. Por último, cabe destacar que el elenco está integrado por un grupo de actores notables (Henry Cavill, Ving Rhames, Simon Pegg, Rebecca Ferguson, Michelle Monaghan, Angela Bassett y Alec Baldwin), engranajes necesarios de este relato que –a tono con la celebrada melodía de Lalo Schifrin- estimula la adrenalina y nos sorprende con un inevitable y bienvenido estallido.