La nueva entrega para la pantalla grande de las vertiginosas peripecias de Ethan Hunt, en la piel del inoxidable Tom Cruise, es un ejemplo de cine absoluto en su más pleno estado de gracia. A los 56 años, y como co productor del film, Cruise no sólo pone el cuerpo literalmente en varias de las escenas de acción, sino que se consolida como uno de los actores más magnéticos de las últimas décadas. El director Christopher McQuarrie supera la vara que él mismo dejó bien alta en el anterior capítulo de la saga, y Misión: Imposible-Repercusión despliega las recursos más nobles del género, con unos niveles de excelencia inusuales en el marco del Hollywood actual.
La película combina una contundente pirotecnia visual, que fusiona la más nueva tecnología con la impronta física y visceral del cine de acción old school. Más allá del arsenal de dobles de riesgo y de una multiplicidad de trucos digitales de posproducción, este gran espectáculo funciona porque todas sus partes están ensambladas al unísono.
A la hipnótica presencia del protagonista central, se suman secundarios que tienen sus momentos de lucimiento, sobre todos las empoderadas mujeres que definen los momentos clave de un guión que traza varias vueltas de tuerca, pero que no abusa de altanería ni de los datos inútiles que tanto abundan por ejemplo en las películas de superhéroes. Lo que aquí tenemos son tres esferas de plutonio, cuya detonación pondría en riesgo la vida de millones de personas, y a un hombre que una vez más emprende una odisea que sacude todo límite de verosimilitud, para zambullir al espectador en un festín sensorial. Nadie podrá salir defraudado de la sala, porque más allá de la generosa cantidad de escenas adrenalínicas, con persecuciones, enfrentamientos y cambios en las relaciones de poder; lo que brilla es la destreza de Christopher McQuarrie para orquestar cada pieza de lenguaje cinematográfico con un notable pulso creativo. Mientras un pelotón de directores despachan películas repitiendo fórmulas y planos de manual, McQuarrie da cátedra narrativa y visual en cada secuencia de Misión Imposible: Repercusión.
A su vez, las dos horas y media de duración que en cualquier tanque de Hollywood suelen ser un lastre, aquí se deslizan con una fluidez sostenida, sin aturdir por demás al espectador, entendiendo los momentos de respiración que necesita todo relato para jugar con los hilos de la tensión. Los únicos pasajes que resultan un tanto explicativos se producen cuando a nuevos personajes, y por extensión también a nuevos espectadores, se los pone al tanto de quién es quién en este apasionante sexto episodio de Misión: Imposible, que cuenta con la reaparición de algunos protagonistas de entregas anteriores, combinados con nuevas piezas fundamentales para el avance de esta franquicia; que cierra por lo alto lo que parece ser una etapa en la vida de Ethan Hunt.
La idea de contar con un Tom Cruise cuasi sexagenario en el próximo capítulo no resulta descabellada. Todo lo contrario, coincide con la vital progresión de una saga que desde su comienzo en 1996 hasta hoy, jamás se ha mostrado como un ejercicio de repetición. La clave de la versatilidad narrativa y de los cambiantes criterios de puesta, seguramente han tenido que ver con el recambio constante de directores, desde Brian De Palma a John Woo, pasando por J.J. Abrams y Brad Bird. Cada cineasta ha aportado su afilada mirada cinematográfica a una historia que lejos de iniciar su descenso al desgaste, continúa un recorrido cada vez más estimulante.
Mission: Impossible - Fallout / Estados Unidos / 2018 / 147 minutos / Apta para mayore de 13 años / Dirección: Christopher McQuarrie / Con: Tom Cruise, Henry Cavill, Ving Rhames, Simon Pegg, Rebecca Ferguson, Michelle Monaghan, Angela Bassett y Alec Baldwin