Se suele decir que las segundas entregas no funcionan… pero hay excepciones y la franquicia de Misión Imposible es una de ellas. Ya va por la ¡sexta entrega! y mantiene un timing perfecto, inclusive se supera. Hemos visto desfilar varios directores, y maestros de la acción, como Brian de Palma o John Woo, pero definitivamente Christopher McQuarrie resignifica y amplifica los elementos de la saga.
La trama siempre gira en las mismas coordenadas del cine de espionaje: armas nucleares, salvar el mundo, atrapar criminales, dobles agentes, traiciones y también hay lugar para el amor y la amistad, que después de todo son los sentimientos por los que vale la pena salir ileso de las situaciones límites más irracionales. Chapeau para Tom Cruise que pone cuerpo y alma en cada entrega… y su pasión trasciende la pantalla. Es cierto que goza de un perfecto estado físico, como también sabemos que él no tiene dobles, realiza todas las escenas de acción, llegando inclusive a lesionarse.
Uno de los puntos más fuerte de Misión Imposible: Repercusión, son las secuencias de acción, por supuesto más que logradas y en consonancia a lo que relata. Es despliegue visual es apabullante: la velocidad, el desafío a la gravedad, peleas cuerpo a cuerpo, race de helicópteros… todo avanza a un ritmo frenético, y óptimo, sin por esto relegar las distintas tramas románticas.
Este universo también parece alcanzar cierto grado de madurez, inclusive llegándose a mofar de sí mismo. Aquí la tecnología de avanzada a veces falla, hay varios inserts cómicos relativo a esto; y también se percibe cierta crítica a las agencias de inteligencia, que muchas veces pierden el rumbo por estar inmersas en conflictos de intereses ajenos al “bien público”. Pero nuestro héroe tiene su norte bien claro, así lo demuestra cuando salva a su amigo sacrificando armas nucleares o cuando resguarda a las mujeres que ama.
El director mantiene durante todo el metraje la tensión en pantalla, intercalando intrigas con escenas de acción supremas, y los recursos narrativos propios del género, como la dilatación del tiempo, el juego del doble y el montaje subrayado de tramas paralelas. Solo nos resta decir que lejos de mostrar signos de agotamiento, la saga se reinventa e incluso se supera en calidad. Tomando esta dirección… hay mecha para rato.