SALVAR AL MUNDO.
Para muchos teóricos el cine de aventuras en estado puro termina con las Guerras mundiales del siglo XX. Para algunos en la Primera, para otros en la Segunda. Un cambio en los valores, un avance acelerado de la tecnología, el final definitivo de la era de la exploración y los descubrimientos geográficos. En la post guerra se termina de perfilar el marco para que el cine de aventuras deje de ser un cine de época y pase a narrar historias contemporáneas. Los caballeros andantes dieron paso a los aventureros de la literatura del siglo XIX y a su vez estos se transformaron en los héroes de intrigas internacionales de espionaje. Fritz Lang con Spione (1928) construyó una base que luego tomaría Alfred Hitchcock para su propio cine. Aunque Hitchcock renegaba del concepto de espía o policía profesional, y aunque sus héroes eran hombres comunes en situaciones extraordinarias, fue él quien le dio al cine de acción y espionaje muchas de las cosas que aun hoy los espectadores de todo el mundo disfrutan. No fueron los únicos, hay muchos más ejemplos, matices e ideas por todo el cine del mundo. Ellos fueron los más reconocibles e influyentes de todos. Entre Intriga internacional (1959) de Alfred Hitchcock y los primeros films de la serie de James Bond, la diferencia es muy pequeña. El cine de acción como género es heredero del cine de aventuras y abarca tantas características de otros géneros que es casi imposible de encasillar. Sin embargo, una película que al espíritu del cine de aventuras, con sus eventos folletinescos, sus rescates de último momento, sus villanos y su protagonista infalible, y si todo esto lo lleva a la actualidad, no hay duda de que representa a la perfección a ese supra género llamado cine de acción. Me atrevería a decir que el cine de acción necesita, siempre, un poco de exceso, falta de realismo, poca lealtad a las leyes de la física y un gusto por lo inverosímil que se mantenga sin embargo dentro del mundo que todos conocemos. Las excepciones existen, pero el núcleo es ese. La lista es descomunal, pero nadie representa hoy mejor al cine de acción que la serie de películas: de Misión Imposible comandadas por Tom Cruise.
James Bond ha muerto. Se murió cuando cambió el siglo y creyó que era hora de volverse serio y grave. Fue divertido, irresponsable, oscuro, ridículo, infantil, fue eso y más. Sobrevivió a su primer actor, Sean Connery, tuvo una genial desviación con George Lazenby, se aferró al gracioso y disparatado Roger Moore, tropezó con Timothy Dalton, revivió con Pierce Brosnan y finalmente decidió ser importante, realista (sí no realista, verosímil) y Daniel Craig lo convirtió en algo que no es James Bond. Sumadas, sus películas son divertidas, individualmente todas tienen algún momento, pero a la hora de evaluarlas, ninguna es una obra maestra, ninguna es lo mejor del cine de acción de su época. Todas están camino a algo, ninguna llega. Las vería muchas veces (al menos las de los primeros tres actores) pero no terminan de cerrar. Ethan Hunt es, en el siglo XXI, el máximo héroe de las superproducciones del cine de acción.
Pero James Bond cambió el cine. La idea de héroe o antihéroe o dudoso héroe que representaba inició una nueva etapa. Y el mundo de viajes, medios de transportes espectaculares o ridículos, villanos desaforados, tecnología y accesorios insólitos, se impuso por todo el planeta. El lujo y el sexo también se multiplicaron en muchas otras películas, en muchos casos prefiriendo estos elementos al propio cine de acción. Hubo docenas de espías, de todos los países, de todos los tipos, hombres y mujeres espías, algunos más serios, otros directamente de comedia. También hubo grupos de espías y entre ellos los de una serie heredera del mundo de James Bond: Misión: Imposible, creada por Bruce Geller en la década del sesenta. No fue la única serie, fue una de muchas, pero en sus siete temporadas también marcó una época y nos regaló a todos algunas ideas que aun hoy podemos disfrutar. Sin dejar de lado un aporte inmortal: el tema de la serie, compuesto por Lalo Schifrin, un verdadero clásico de todos los tiempos. Un tema que hoy es sinónimo de acción en estado puro. La serie lo aprovechó a la perfección. La serie de películas aun más. No sé si es imprescindible, pero sí que suma muchísimo cada vez que aparece. Acelera los latidos del corazón del espectador y aumenta el disfrute. Imposible no tararearlo en nuestra mente. También el mensaje que se autodestruye y las instrucciones para esa misión que se puede aceptar o no, pero que siempre se termina aceptando.
Cuando Tom Cruise se puso sobre los hombros la serie de Misión: Imposible su carrera era exitosa pero sus películas distaban mucho de lo que haría en los años siguientes. Aunque hizo algunas grandes películas, el problema es que también hizo algunas muy malas. Él como actor todavía resultaba incompleto, con unos personajes no muy nobles, algo tontos, muchas veces fanfarrones. Le faltaba una vuelta de tuerca. En 1996 tomó el control y en un mismo año hizo dos películas importantes: Jerry Maguire y la primera de las películas de M:I. Tomar al personaje de la famosa serie de televisión significó para Cruise un vuelco en su carrera, ya que en paralelo pudo hacer todo tipo de películas mientras volvía una y otra vez sobre el personaje de Ethan Hunt. La coherencia y la efectividad de las películas de M:I no tienen paralelo en el cine actual, todas funcionan, todas están bien, todas son verdaderamente buenas. Eligió grandes directores para cada una de ellas, como suele hacer en toda su filmografía Cruise aunque no con este nivel de control, y sin duda él es el dueño de la totalidad del proyecto. Él es el autor detrás de los films, el verdadero responsable final. La filmografía de Cruise es espectacular, pero estas películas son su legado personal.
¿Qué hay de nuevo y que hay de conocido en Misión: Imposible Fallout? De conocido todo, de nuevo la manera en que nos muestran lo conocido. Las locaciones más espectaculares, los medios de transporte más variados, las vueltas de tuerca, las máscaras, el mensaje con la misión, la música de Lalo Schifrin, los rescates de último minuto, los momentos que dejan al espectador aferrándose a la butaca. Siempre tratando de ofrecer lo mejor, lo más espectacular, lo divertido, lo sorprendente, lo gracioso. El espectáculo más grande del mundo por el precio de una entrada. “Bueno Sr. Hunt, esto es misión Imposible, no misión difícil. Difícil debería ser un paseo por el parque para usted” dice uno de los personajes en una de las películas de la serie. No se lo podría resumir mejor. La gente no paga la entrada para ver una misión difícil, para ver algo complicado pero que con un poco de ingenio y buena voluntad se puede resolver. Vamos al cine a ver una misión imposible, porque eso es lo que hace la diferencia y lo que nos genera la emoción y la alegría de estas películas, de las seis películas. Contar una escena sería privarle a los espectadores de la sorpresa, así que no hay que contar ninguna. El guión tiene su Mcguffin, es decir su excusa para hacer avanzar la trama. Todos van detrás de algo. Pero ese algo no es más que una excusa. Ethan Hunt y su equipo –sin su equipo no podría hacer nada, así de simple- tienen que salvar al mundo.
Voy a contarles una historia que me ocurrió cuando fui al estreno de Misión: Imposible 2. En la sala casi llena, había un chico con una silla de ruedas que había ido con sus amigos. Al finalizar la película, todos salimos felices de la sala. La salida de ese cine tiene largas y anchas rampas para bajar dos pisos. Mientras caminaba por esa rampa escucho a tres chicos tarareando la música de Misión: Imposible. Eran el chico de la silla de ruedas y sus amigos. Bajaban a toda velocidad empujando la silla (o aferrándose a ella tal vez) por la rampa. Sentían la misma felicidad que yo. Alguien podrá pensar que en una silla de ruedas no se pueden realizar las proezas de Tom Cruise en la película. Es así, claro. Pero yo tampoco puedo realizar esas proezas. Nadie puede realizar esas proezas. Pero durante dos horas, al menos durante dos horas, todo parece posible. Eso siento cada vez que veo una de las películas de Misión: Imposible: lo imposible se hace posible. El mundo se ordena, las cosas salen. Soy feliz cuando veo estas películas. Lo soy por recursos y habilidades de gente que conoce el cine y sus herramientas. Lo soy porque hay valores en estas películas y porque a Ethan Hunt le importa la humanidad pero también cada una de las personas que tiene cerca. No subestimemos el poder de estos films, no pasemos por algo nos puede producir un estado de felicidad sin contraindicaciones ni consecuencias negativas. Misión: Imposible Fallout nos dice nuestro héroe estará siempre ahí para cuidarnos. El mundo es gigantesco, la película es descomunal, y sin embargo consigue hablarnos a todos y cada uno de nosotros. Esa clase de truco de magia es el más difícil de todos. Tom Cruise y Misión: Imposible Fallout consigue hacerlo una vez más.