El mundo de Calculín
Una exploración a Marte debe ser repentinamente abortada cuando los astronautas que exploraban suelo marciano son sorprendidos por una tormenta. Todos logran escapar, excepto uno -Mark Watney (Matt Damon)-, al que dan por muerto. Abandonado en Marte, Watney despierta, justo antes de que su traje agotara el óxigeno necesario para mantenerlo vivo.
Herido, pero para nada muerto, el astronauta inicia la aventura de sobrevivir en tierra hostil. Mientras tanto, en nuestro planeta anuncian que Watney ha muerto y le hacen un funeral con honores, pero no pasa mucho tiempo hasta que en la NASA reciben señales de que algo sucede en el planeta rojo.
Ridley Scott vuelve al espacio y nos ofrece un tedioso relato maravillosamente montado sobre un escenario desolador, amenazante y al mismo tiempo bello. Los momentos de tensión que el director es ducho en manejar, son superados por un guión cientificista sin nervio alguno.
En lo actoral, es sobresaliente la labor de Damon como también la de Jeff Daniels-como el director de la NASA-, en tanto Jessica Chastain luce algo sobreactuada en su rol de comandante de la misión.
Lo angustiante que debe ser hallarse solo en un planeta lejano, con víveres limitados, nunca logra trasladarse a la pantalla; por el contrario, el tono elegido hace previsible el descenlace de esta historia tan sosa y optimista como políticamente correcta.