Un film divertido e inteligente
Nunca más apropiado el estreno de una película sobre un hombre que sobrevive en Marte justo en momentos en que la NASA anuncia la posibilidad concreta de que exista agua en el planeta rojo. Pero los valores de Misión rescate van mucho más allá de esa coincidencia puntual, ya que -al igual que Gravedad, de Alfonso Cuarón- resulta un impecable y fascinante relato sobre las vivencias de un astronauta a, en este caso, 80 millones de kilómetros de la Tierra.
Contra todos los pronósticos, Ridley Scott (Alien, el octavo pasajero; Blade Runner) elude por completo los elementos esenciales de la ciencia ficción distópica y la épica del cine catástrofe para, en cambio, concentrarse en buena parte de las algo más de dos horas de relato en la cotidianidad de un experto en botánica (Matt Damon) que, tras una serie de infortunios, queda solo en una base montada en Marte cuando el resto de los integrantes de la misión lo abandona creyéndolo muerto luego de una impresionante tormenta que obliga a un despegue de emergencia.
La película trabaja sobre tres ejes: la supervivencia del Mark Watney de Damon, la situación de los tripulantes de la nave que están regresando a la Tierra tras dejar Marte y las decisiones que deben ir tomando en la NASA a medida que la situación va cambiando. Es en esa primera mitad (y algo más) de película donde Scott y el impecable Damon encuentran el corazón de una historia que pendula con astucia entre el melodrama (el protagonista se enfrenta a la posibilidad de su propia muerte) y el humor negro, con infinidad de lúcidos detalles y observaciones, cortesía de ese talentoso guionista que es Drew Goddard (Cloverfield - Monstruo, La cabaña del terror, Guerra Mundial Z).
Si bien la resolución (en verdad son múltiples desenlaces) no está a la altura de ese planteo inicial y del muy sólido desarrollo posterior, no puede decirse que Misión rescate deje un sabor agridulce. Al contrario, resulta regocijante apreciar que en Hollywood todavía sigue habiendo espacio para películas inteligentes que, sin descuidar el entretenimiento (y la imponencia del 3D), se acercan a la condición humana con sensibilidad, rigor, nobleza y sentido del humor. Incluso en las condiciones más extremas y adversas.