Robinson Crusoe en pleno Marte
Una tormenta de arena sorprende a los astronautas que realizan una misión en Marte. Consiguen huir, suponiendo que uno de ellos -Mark Watney- murió en pleno vendaval. Pero Mark está vivo y afronta un desafío: cómo sobrevivir, a la espera de un improbable rescate.
Lo que le sobró a “Interestelar” de pretencioso y autosuficiente -palito que Christopher Nolan ya había pisado en “El origen”- lo suple el maestro Ridley Scott con infinita simpleza y apelando al mejor de los recursos: el humor. Por eso “Interestelar” es un juguete ampuloso y hasta pedante, mientras que “Misión rescate” resulta divertida y emocionante. La comparación no sólo pasa por el papel de Matt Damon (en ambos casos encarna a un astronauta abandonado a su suerte en otro planeta); también apunta a dos concepciones de hacer cine abordando temáticas propias de un universo -el de la ciencia ficción- que invita a los excesos. Pero Nolan no juega en las ligas de Kubrick y Tarkovsky, aunque le encantaría, mientras que a Scott no le interesa ese rótulo. Él es un extraordinario narrador de historias, y la de “Misión rescate” es de las buenas.
La película está basada en “El marciano”, novela que Andy Weir publicó gratis en Internet a manera de folletín y terminó en la lista de best-sellers. Al guión le dio forma el más que promisorio Drew Goddard, quien dirigió la imperdible “La cabaña del terror”. La historia se desarrolla en tres escenarios: el marciano, donde Mark Watney se las arregla para seguir con vida; la Tierra, concentrada en los esfuerzos de la Nasa para traerlo a casa: y la nave en la que regresa el resto de la tripulación, ignorante de la suerte de su compañero. Desde allí se sucederán las vueltas de tuerca, durante casi dos horas y media que pasan como un suspiro.
El videoblog con el que Watney va registrando su crónica marciana mediante un divertido diálogo consigo mismo contrasta con la tensión del resto. Scott le saca el jugo a un elenco lleno de figuras -irresistible Jessica Chastain-, narra con fluidez y regala una maravilla visual que remite a planos de John Ford. Bien contadas, aventuras tan viejas como la de Robinson Crusoe siguen apasionando.