El secreto de esta película de Ridley Scott consiste en que no es una película de Ridley Scott. Adaptación de un best seller, el veradero genio (uno de ellos) detrás de esta maravilla clásica es Drew Goddard, gran guionista del fantástico contemporáneo y autor de una obra maestra llamada La cabaña del terror, donde recuperaba en el género del susto el gusto por la aventura y la emoción. Aquí se trata de una misión a Marte que sale mal y deja, dado por muerto, a uno de los tripulantes en el planeta rojo. Pero el hombre (el otro genio, Matt Damon) no se resigna a morir ahí sino que usa la cabeza, el buen humor y la energía del antiguo héroe americano -porque esto es un western, además- en sobrevivir. Mientras, en la Tierra, tratan de ver cómo rescatarlo, cuando el viaje lleva un año o dos y encima las provisiones son escasas. Hay un relato deportivo: cómo el cerebro va superando obstáculos. Hay un relato de aventuras: cómo pelearle a los elementos. Hay una banda de sonido genial y alegre (vamos... es una película alegre, ¿cómo puede pensar que es “de Ridley Scott”?) que incluye un tema de David Bowie, y toda película con canción de Bowie sube dos puntos. Y el elenco está lleno de seres humanos (desde la emotiva Jessica Chastain hasta el contrariado Chiwetel Ejiofor, pasando por diez escenas brillantes de Kristen Wiig, de profesión comediante). Gozosa hasta la última escena, merece ser vista en familia. Una de las películas del año de acá a Marte.