The Martian, de Andy Weir, es una de las mejores novelas que he leído en el año, y en unos cuantos a la redonda. Es un libro muy técnico y específico, pero que a su vez maneja un humor ácido y negro de manera sorprendente y que increíblemente se deja leer en un puñado de días. Así de adictivo es. Debo admitir también que conocía la existencia del mismo por su elevada posición en los rankings de literatura de todo el mundo, pero no fue hasta que vi el primer avance de la adaptación de Ridley Scott a la pantalla grande que finalmente me convencí de que debía leerlo. Y los listados no estaban equivocados, para nada.
The Martian, la película propiamente dicha, es el gran regreso de Ridley al cine de ciencia ficción luego de los tibios recibimientos del thriller The Counselor y la épica Exodus: Gods and Kings, pasando por la polarizante precuela Prometheus. Al volver a la ciencia pura y dura, a los viajes espaciales que no están tan lejos en el futuro, Scott abraza la prosa de Weir y junto con el guión de Drew Goddard que combina lo mejor de los mundos -el literario y el fílmico- el resultado es explosivo, una inesperada feel good movie que tiene todos los ingredientes para convertirse en una gran favorita del público.
Una de las importantes pérdidas que tiene el saltar del papel a la pantalla es la voz en primera persona del astronauta Mark Watney. En gran parte del libro vivimos junto a él todas y cada una de sus experiencias en el árido suelo rojo de Marte, a la vez que escuchamos de primera mano todo lo que le pasa por su mente, al estar tanto tiempo aislado y sin contacto humano. La posta de este testimonio la toma y la hace propia Matt Damon, que sencillamente ha nacido para interpretar a Watney. Fresco, irreverente y muy humano. Su situación le podría pasar a cualquiera y eso es lo que resulta tan terrorífico de la trama. Watney posee un optimismo fuera de esta galaxia y Matt es la cara misma de esa sensación, aún cuando las cosas se ven bastante negras.
Para ser una película de más de dos horas, el ritmo no decrece ni un minuto, ya que tanto lo que le sucede a Mark en tierra roja, como el manejo de la situación en la Tierra y los restantes integrantes de la misión deambulando por el espacio está bien balanceado, como para que ninguna parte aburra ni sobrepase a las otras. Quizás le pueda faltar un poco más de peligro, ya que hay una sensación de que Watney se sale con la suya en más de una ocasión -y hasta omitieron un gran riesgo en el transcurso del libro- pero lo que le falta en contingencia lo tiene en pura emoción de supervivencia. Y como para no quedarse atrás, el elenco reunido es simplemente excelente, desde el protagonista hasta el más mínimo secundario.
La película le pertenece a Matt Damon, de eso no hay duda alguna, pero no se quedan atrás nunca ni la afligida capitana que interpreta Jessica Chastain -quien finalmente viaja al espacio luego de quedarse en la Tierra en Interstellar- ni el adusto director de la NASA de Jeff Daniels. Chiwetel Ejiofor, Kate Mara, Sebastian Stan, hay artistas para tirar de a puñados, y cada uno cumple su papel a consciencia. Hace rato que no se veía un reparto tan bien seleccionado y sólido.
The Martian rebosa de aventura, tiene un férreo sentido del humor mezclado con la aguda situación que puede presentar más de un momento dramático, pero en general la balanza se inclina más hacia el costado cómico de verle el vaso medio lleno -una broma bastante pertinente con el reciente descubrimiento de agua en Marte- a un destino bastante angustiante. Y si agregamos una banda de sonido para el recuerdo, tenemos una ganadora entre manos.