Mi marciano favorito.
Hacía mucho tiempo que Ridley Scott no dirigía una película digna de su talento. El inglés evidentemente no encontraba la inspiración necesaria para desplegar el potencial cinematográfico que lo ha posicionado como uno de los mejores directores de la historia. En la última década, tuvo a su cargo propuestas épicas y mega producciones que no estuvieron a la altura de las expectativas, quizás por falta de motivación. The Martian, sin embargo, logró despertarlo de su letargo.
No es casualidad que haya sido ésta la propuesta que volvió a entusiasmar a Scott. The Martian es una propuesta original y única en su género: una aventura de supervivencia encuadrada dentro de la ciencia ficción, pero abordada desde el humor. No es una comedia, pero hace reír; no es un drama, pero hace llorar y definitivamente no es un thriller, pero por momentos genera climas de suspenso que cortan el aliento. ¿Qué es entonces The Martian? Es una de esas gratas y raras entregas del cine difíciles de catalogar, pero que se disfrutan de principio a fin.
Hay 3 pilares en la propuesta que la definen exitosamente: la cinematografía, el reparto y fundamentalmente el guión. Lo primero es una constante indiscutida en el cine de Scott, por lo que no sorprende que The Martian sea imponente a los ojos. Lo segundo también es frecuente en la cinematografía del director, aunque en esta oportunidad pareciera que todos y cada uno de los protagonistas han sido aprovechados al máximo. Causa de lo segundo es lo tercero: el guión, donde The Martian hace la diferencia. La historia está fantásticamente escrita para la pantalla y soberbiamente contada por el director.
Celebro el regreso de un genio de la pantalla grande, como es Ridley Scott. Él, que fue un protagonista indiscutido en la historia del cine de ciencia ficción, vuelve a sorprender con una propuesta que explora el género desde ángulos inusuales. The Martian es auténtica, impactante y entretenida. También es, por supuesto, imperdible.