Ridley Scott se sumerge de lleno en el género, como en sus buenos tiempos. El director de Blade Runner y Alien pisa la pelota, tira caños de taquito y hace goles de rabona cuando de sci-fi se trata. Después de algunos estrenos algo cuestionables (véase The counselor y Éxodus), parece que Scott vuelve a estar ahí metido entre los grandes. The Martian, basada en la novela homónima de Andy Weir, entretiene, se ríe de todo y conversa con el espectador constantemente.
El astronauta Mark Watney (Damon) y su equipo, liderado por la teniente Lewis (Chastain), están en Marte en aras de una misión espacial. El problema llega cuando una fuerte tormenta sacude a Watney y obliga a todo el resto del equipo a emprender la retirada. Watney, a pesar de que lo daban por muerto, está vivo y con ansias de regresar a a Tierra. Mientras utiliza su instinto de supervivencia al puro estilo Cast Away (dirigida por Zemeckis, 2000), el astronauta intentará dar aviso a su hogar de que él sobrevivió, para así poder ser rescatado. Entrarán en juego, entonces, los personajes terrícolas, que incluyen a importantes funcionarios de la NASA, nerds constructores de cohetes y al gobierno estadounidense junto al chino. Mientras tanto, el resto del equipo espacial de Watney , viaja por el cosmos para llevar a cabo otra misión, pero sin conocimiento de que su ex compañero está vivo.
The Martian parece mantener una clave durante toda la película, que es la de no escapar de un cierto tono sobrador, irónico y a veces cómico. Está constituida por pocos y buenos momentos de alta sobriedad, con el fin de brindar más importancia al entretenimiento, la acción y la risa esporádica. Llaman la atención las ocurrencias del astronauta para vivir el día a día en el planeta rojo, lugar en el que, por la época futurista en la que se sitúa la película, se pueden instalar carpas y cosechar: el film juega con eso durante mucho tiempo de su tramo medio.
Damon, sin dudas, ayuda: su carismático Mark Watney se diferencia por completo del insolente personaje que interpretó en Interstellar (Nolan, 2014), que contó con algunas cualidades parecidas. Es botánico, valiente, decidido, escucha música disco (gran soundtrack), come papas con ketchup y tiene un instinto de supervivencia mas grande que el de Chuck Noland (Cast away). Scott se las rebuscó para dialogar constantemente con el espectador a través de la utilización de este astronauta solitario, que habla de forma directa a la cámara, con el fin de narrar su año sabático en Marte, mientras explica el paso a paso de esta aventura. Esto hace que el espectador empatice con el. El resto del reparto hace las cosas bien: destacan Jessica Chastain (también con un papel similar a Interstellar, que instala la cuestión sobre si ella y Damon tal vez quisieron lavar sus personajes de la película de Nolan), el ganador del Oscar Chiwetel Ejiofor y Jeff Daniels.
El espectador verá un gran primer comienzo (que poco concuerda con el resto de la película). A medida que el argumento avanza, algunas escenas que prometían cierto estilo se ven desdibujadas. Cambia, ni para mal ni para bien, solo cambia, y ahí entra en juego la fascinación por The martian. O la incertidumbre. También se puede ver un final acertado, que corresponde con el tono que instaura el film durante gran parte. El efecto de espacio exterior está muy bien realizado, no al nivel Gravity, pero aún así creíble. The martian entretiene, tiene planos que serán recordados por el cinéfilo, y sabe diferenciarse de sus hermanas espaciales, como pueden ser Apollo 13, Gravity o Space Cowboys.