Mi marciano favorito
Un filme de ciencia ficción mucho más cotidiano, con un astronauta (Matt Damon) abandonado a su suerte en Marte.
Un punto, cada uno sabrá si a favor, es que dentro de la ciencia ficción Misión rescate es más cotidiana, y hasta realista, que Alien, Blade Runner o Prometeo, otros filmes futuristas de Ridley Scott. Nunca se precisa el año en que a Mark lo dejan abandonado a su suerte en suelo marciano, y el espectador siente que podría pasar hoy, o mañana. O que fue ayer.
No mucho más atrás, porque si bien coincide el estreno con el anuncio de la NASA de que en Marte hay agua -bonita coincidencia, ¿no?-, el hecho de que Mark “fabrique agua” ya viene haciendo ruido desde hace un par de días.
Si bien no existe un género de película de Marte, lo cierto es que ninguna fue más cercana que ésta. Seis astronautas están en una misión en el planeta rojo, cuando una tormenta de viento los sorprende, y camino al módulo que los trasladará a la nave, Mark es golpeado por un pedazo de antena. Sin sensores activados, la comandante (Jessica Chastain) lo da por muerto. Los cinco se van, rumbo a la Tierra, pero Mark no ha muerto sino que, malherido, se pasará el resto de la película tratando de sobrevivir casi sin agua, casi sin oxígeno, casi sin comida, pero con mucha esperanza, humor y cerebro.
Bien podría ser Misión rescate una película de autoayuda, de visión obligatoria para depresivos. Porque si algo le puede salir mal a Mark, le saldrá. Como si al margen de la ley de gravedad lo persiguiera otra, la de Murphy.
La película no transcurre solamente en Marte. Están en la Tierra los de la NASA, y de otras agencias internacionales espaciales que, al descubrir -no diremos cómo- que el astronauta que daban por muerto está vivito y put..., harán lo imposible por traerlo de vuelta. Y están sus cinco compañeros de viaje, a mitad de camino de regreso.
Mark piensa en voz alta: si la próxima misión a Marte llegará, hora más, hora menos, dentro de cuatro años, me queda comida para un mes, no tengo agua (¡ja!), mejor que me las arregle. Botánico, cosechará papa, racionará los sustentos, fabricará H2O y Scott contará más una historia de supervivencia, sencilla, sin aliens acechando, ni buenos ni malos.
Estando solo, Matt Damon tiene sí o sí que empatizar con el público. Su humor sardónico es el que alivia los momentos más dramáticos, porque Scott logra que nos preocupemos cada vez que algo le sale no mal, peor, al astronauta dejado a su suerte.
En un elenco, ejem, estelar, que integran Jeff Daniels, Michael Peña, Kristen Wiig, Sean Bean, Kate Mara y Chiwetel Ejiofor, Jessica Chastain, viene a cumplir el rol que tanto le gusta al director de Alien: el papel femenino que protagoniza sus historias. Por más que escuche música disco, la comandante tiene rango, demanda respeto y la actriz de La noche más oscura demuestra, por si hiciera falta, que ningún papel le queda grande. Ni siquiera dentro del traje de astronauta.
El guionista Drew Goddard (Guerra Mundial Z) manejó todos los elementos de la novela original, los aspectos técnicos y científicos a un nivel de Resumen Lerú, Manual del alumno bonaerense o Física aplicada para novatos. Todo es entendible, no hay (mucho) patrioterismo, sino que priva el sentido de que con calma e inteligencia, a lo mejor, se logran los objetivos. El contrapeso entre Damon en soledad y lo que pasa fuera de Marte es preciso.
Gran tarea la del director de fotografía Dariusz Wolski, que logró un tono casi documental cuando se filma, digamos, en la Tierra.