Odiosas comparaciones
Si hay algo que asume sin mucha culpa Misión rescate es su poca originalidad. Quizás esto tenga que ver en buena medida con su director, Ridley Scott, un tipo que hace más de dos décadas que se le acabaron las ideas innovadoras y ha pasado a convertirse en un realizador al servicio de diversas propuestas hollywoodenses, algunas de ellas atendibles -Gangster americano- y unas cuantas -Robin Hood, Red de mentiras- que son monumentos del cine pecho frío e indeciso al abordar géneros y temas. Scott en Misión rescate hace lo que más -o lo único, incluso- que sabe: tomar -hasta robar se podría decir- de manera descarada pero honesta elementos ya varias veces transitados y aplicarlos con cierta eficacia a su propio relato. No hay nada de malo en eso, porque es una manera de ir a lo seguro sin pretensiones de trascender, pero el problema es que las comparaciones están servidas. Y pueden ser un poco odiosas.
NAUFRAGO
La historia de Misión rescate -basada en el libro de Andy Weir- es relativamente simple: durante una misión a Marte, ocurre un accidente y uno de los integrantes de la tripulación, Mark Watney, queda varado en el planeta, abandonado por sus compañeros, quienes se tuvieron que ir y lo dieron por muerto. A partir de ahí, las diversas estratagemas del protagonista para ponerse en contacto con la Tierra y sobrevivir en un planeta hostil. Es decir, Náufrago -que ya era una actualización de Robinson Crusoe- pero en el espacio. El problema es que la capacidad narrativa de Robert Zemeckis es mucho mayor que la de Scott y no tenía necesidad de estar explicando todo el tiempo lo que sucedía a través de las palabras de los personajes. En unos cuantos pasajes, la forma en que Mark se la pasa contando todo lo que hace a las cámaras que lo graban en su refugio espacial atentan fuertemente contra la verosimilitud del relato; hasta nos dan ganas de pedirle a gritos a Scott que deje que sean las acciones las que expliquen lo que está pasando. El otro problema es que Matt Damon es un buen actor, alguien que ha evolucionado en sus capacidades a lo largo de los años, pero no es Tom Hanks, y su carisma no llega a generar la misma empatía. Es decir, rara vez nos conmovemos con lo que le pasa, con las barreras que enfrenta, sus dilemas y pequeñas victorias.
APOLO 13
Como la película de Ron Howard -que, oh casualidad, también tenía a Hanks, ese humanista de la acción, como protagonista-, Misión rescate es un film que establece dos planos narrativos, dos líneas que corren en paralelo, esperando confluir hacia el final: la del astronauta esperando ser rescatado por un lado, y la del equipo de la NASA intentando encontrar la forma de traerlo a casa. Ambos niveles están poblados de profesionales, de gente que es la mejor en lo suyo y que se la pasa avanzando y retrocediendo en sus metas. Esta es la parte que mejor funciona en el film, porque Scott es alguien acostumbrado a retratar mundos de expertos y encima cuenta con el plus de un reparto donde aparecen muchos de los mejores de Hollywood -Jeff Daniels, Jessica Chastain, Kate Mara, Chiwetel Ejiofor, Kristen Wiig, Sean Bean, Donald Glover y siguen las firmas-, pero tiene un factor en contra: si en Apolo 13 el factor de lo real, de lo verídico, aportaba para conmover sin resignar suspenso, en Misión rescate hay un continuo esfuerzo para contagiar, para zambullirnos en la aventura, pero sólo de a ratos ese arresto se revela productivo. Es llamativo, porque no consigue imponerse en las dos vertientes de la ciencia ficción: no llega a sacudir desde lo científico, pero tampoco impresiona desde lo ficcional.
Gravedad
Desde las impresionantes alturas formales de su realizador, la odisea casi solitaria del film de Alfonso Cuarón se convertía en una vuelta a casa no sólo literal sino también espiritual, en una experiencia cautivamente y finalmente conmovedora. Lo de Misión rescate es apenas un cuento bien narrado, al que hay que reconocerle su fluidez y habilidad para desplegar un gran número de personajes, y el hecho de que sus más de 140 minutos no pesan. Pero eso es todo, no hay mucho más, y hasta son notorias las dificultades de Scott para emocionarnos con la historia de un enorme conjunto de esfuerzos para lograr algo que parece imposible. Lo universal que implica lo humano excediéndose a sí mismo en su enfrentamiento contra lo abismal del espacio exterior no termina de hacer su acto de aparición. Si pensamos en el plano contrapicado que cierra Gravedad y lo comparamos con el final estirado y blandengue de Misión rescate, eso queda demasiado patente. Y bueno, algunas comparaciones son odiosas.